Saludos a Emanuele Severino: los eternos y la voluntad de poder

Nuestro homenaje a Emanuele Severino, el "filósofo del ser eterno" que nos dejó en estos días: una breve reflexión sobre el nihilismo a partir de la gran enseñanza del Maestro.


di Robert Cecchetti

No es fácil, en un breve intento de homenajear a uno de los más grandes filósofos del siglo XX, poder escribir algo que no sea la mera repetición de una parte de un pensamiento tan profundo y riguroso que quiso ser expresión. de la verdad Para emmanuel severino (1929 - 2020) lo que importaba en realidad era estar al servicio de la verdad: "Si la verdad fuera algo descubierto o inventado por mí mismo, se les permitiría levantarse y salir del aula". Esto solía repetirlo a sus alumnos.

Trataré, retomando un trabajo mío reciente, de ver (ciertamente de manera parcial e incompleta) cómo por un lado la filosofía de Severino en su originalidad y por otro el pensamiento filosófico que, según el gran filósofo, comenzaba ahora a tomar forma como expresión de ese cumplimiento de la filosofía occidental inaugurado por los griegos y que había que resolver en aquel fe en el retorno del ser a la nada que marca la esencia misma del nihilismo.

La técnica, de acuerdo con esta manera de leer la filosofía occidental, representaría en realidad la culminación de este viaje de pensamiento, de este errar, que encuentra su máxima realización precisamente en el idealismo (especialmente en la versión idealista radical de Gentil, que Evola convertir en idealismo mágico). De hecho, el significado más íntimo del nihilismo, anunciado por el evento de muerte de dios como expresión reveladora de la desarmadora falta de fundamento de la existencia, como lugar en el que se limpia el campo de lo inmutable, es decir, de los llamados valores o categorías, no sería más que fe en el devenir nada de siendo. En este camino del pensamiento occidental, que culmina en el sentido nihilista del devenir del ser, de su devenir nada, se inscribe no sólo el sentido auténticamente violento de la voluntad sino también el vuelco del ser en la temporalidad, el vuelco del ser en ese devenir que es, de hecho, devenir histórico.

El corazón del problema, escribe Severino, consiste en una ambigüedad temporal:

«[El] ser es precisamente lo que se opone a la nada, es precisamente esta oposición. […] La simple oposición entre el ser (entendido como lo que es) y la nada (entendido como lo que no es) queda de hecho en la ambigüedad; y en la ambigüedad comienza el exuberante desarrollo de los conceptos, que lleva a Platón y Aristóteles a reflexionar sobre lo positivo y lo negativo. Ambiguo, digamos, esa simple oposición, porque puede ser entendida -como de hecho empezó y siguió entendiéndose- como una ley, y aunque ley suprema, que rige al ser, pero que lo rige -aquí estamos en el fondo del laberinto - mientras es. La ambigüedad, con estas últimas palabras, se ha vuelto ya fatal; el sentido de ser ya se ha desvanecido. "

Al introducir la temporalidad, el mientras, ya está abierto el camino para el devenir del ser que encontrará su plenitud con la destrucción de los eternos ya reconocidos por Leopardi y luego completada con Nietzsche y Gentile.

El camino deepisteme tendría así su origen en el momento de La "fiesta" como tentativa primordial de resistir con voluntad las garras anuladoras de la muerte. Emanuele Severino señala lo siguiente: «La fiesta y todo lo que de ella se deriva -mito, poesía, filosofía, técnicas, ciencia- son las diversas formas del remedio ideado por el mortal para soportar el dolor y la muerte. En ese sentido, todas estas diferentes formas -y sobre todo la fiesta- son técnicas”.

LEA TAMBIÉN  El tiempo cíclico y su significado mitológico: la precesión de los equinoccios y el tetramorfo

En cuanto al pensamiento de Nietzsche, Severino explica:

«Después de haber dicho que la "voluntad creadora" o "voluntad de engendrar" es algo que "libera", añade Zaratustra: "Apartándome de Dios y de los dioses me sedujo esta voluntad; ¿Qué diablos quedaría por crear si existieran los dioses? […] No es una pregunta, sino una exclamación. El texto dice que si existieran los dioses no quedaría nada por crear. Pero, ¿por qué no quedaría nada por crear? Zaratustra había dicho poco antes que Dios, además del "Inmóvil" y el "Imperecedero" es el "Lleno" y el "Satoll". Lleno de todo realidad: saciado de todo la realidad. No faltar de nada. Omnitudo realitatis. Ens quo maius cogitari nequit. De hecho, el rasgo esencial del Dios de la tradición occidental. Pero si todo el ser está en Dios […] entonces no queda nada por crear. Y la "voluntad creadora" como dimensión distinta de Dios es aniquilada. La voluntad de este mundo, en efecto, es creadora porque saca del nada lo que crea. "

1551179213970_1551179241.jpg - emanuele_severino_90_and_non_li_dimostra
Manuel Severino (1929 - 2020)

He aquí entonces que Occidente llega con Nietzsche a la cuestión de destrucción de lo inmutable, de la eliminación de la divinidad e incluso del tiempo como pasado, precisamente con el fin de afirmar la voluntad y la libertad del individuo, convertido ahora en supremo intérprete y creador de sí mismo y del mundo. O hay Dios o la libertad creadora del hombre. Vsantidad del poder, eterno retorno y transvaloración de los valores son momentos de un aspecto y deben ser vistos en su correlación.

Y entonces Martin Heidegger en este texto extrapolado de la vasta obra sobre Nietzsche sobre la cuestión del nihilismo europeo dirá que:

“Si el fundamento de la verdad sobre el ente en su conjunto constituye la esencia de la metafísica, entonces la transvaloración de todos los valores, como fundamento del principio de una nueva posición de los valores, es en sí misma metafísica. Como carácter fundamental del ente como un todo, Nietzsche reconoce y postula lo que él llama la "voluntad de poder". Con este concepto no sólo se define lo que es el ente en su ser. Este título, "voluntad de poder", que se ha hecho muy corriente a partir de Nietzsche, contiene para él la interpretación de la esencia del poder. Cada poder es poder sólo en la medida en que es más-poder, es decir, mejora del poder. "

En este punto sería interesante introducir la problema relacionado con el inconsciente, problema que en ocasiones resulta ser el gran implícito de la filosofía, algo que parece destinado a no ser adecuadamente tematizado.

En otras palabras, podríamos preguntarnos si el núcleo de esa voluntad ahora libre de lo inmutable y que en nada se limita, que resulta ser el centro de lo humano, es una voluntad consciente (de poder) o no. Si esta voluntad fuera inconsciente, como tratan de decirnos los grandes padres de la psicología, esto significaría que la refundación de los valores, es decir, de las formas de construir la realidad, de crearla precisamente a partir de la nada (o de ¿el inconsciente?), no pertenecería en absoluto a la luz de la conciencia y que la creación de lo real resultaría idealistamente inconsciente.

De ahí el desastre al que se enfrenta Occidente. No sólo el contexto de Occidente parece insano y, por tanto, patológico, sino que la posición misma de la realidad por parte del hombre no sería otra cosa que el resultado de la voluntad inconsciente de poder. En este sentido, no sólo la metafísica ha generado una locura (la de la tecnología, la del capitalismo) sino que visto más de cerca no parece posible en la modernidad liberarse deoikos, desde el hogar, como lugar del inconsciente.

LEA TAMBIÉN  El dios primordial y triple: correspondencias esotéricas e iconográficas en las tradiciones antiguas

Que las cosas surjan de la guerra, del choque con la barrera de la realidad que se opone y resiste, significa en una especie de el idealismo radical como culminación de la locura de occidente, que las cosas, tomadas en su separatividad, como elousía, la a ti, son pensadas como una relación primaria entre el inconsciente como deseo y el mundo como necesidad, o, en un segundo nivel, como la oposición y relación entre la voluntad consciente y activa, encaminada a modificar el destino, trayendo en este los signos de la propia voluntad. propia violencia, y el mundo tomado como aparte de sí mismo, como nota aparte. Esto ocurre en ese realismo en el que la relación entre certeza, cómo certeza deepisteme, y la verdad aún no es disuelta por el pensamiento de Descartes y luego por la crítica kantiana que precisamente rompe la relación de cognoscibilidad entre el yo y los fenómenos, quedando en todo caso el fundamento de cosa en sí misma incognoscible pero pensable. El mundo simbólico y el mundo real tienen su origen en la primera oposición, que luego se convierte en esa barrera contra la cual se arrojará la voluntad.

Menciono aquí la pregunta de sentido, a partir del pensamiento de Romano Madera, que fue discípulo de Severino, para quien sentido y orientación están íntimamente ligados al problema de la crisis de las grandes agencias de sentido que colapsaron con el fin del patriarcado, que representó esa configuración social y económica en la que la dominación de ' hombre sobre el hombre (y no todavía de la mercancía sobre el hombre). Si en efecto, investigando la constitución psicológica en el sentido antropológico de lo humano, según la experiencia especulativo-empírica de Carl Gustav Jung, podemos señalar la esencia del inconsciente como una voluntad deseante, no debe escaparse que esta voluntad, que reside poderosamente en el centro de lo humano, se entrelaza con el pensamiento filosófico y en particular con la metafísica a través de la cual se desarrolla la misma historia de Occidente. comenzaría como historia del nihilismo.

imagen
Manuel Severino (1929 - 2020)

Como señala Heidegger -en su reconocimiento sobre la forma de entender el significado de nihilismo, en y por Nietzsche - para Nietzsche el carácter peculiar del ser no es otro que la voluntad de poder, y en Schopenhauer la primera forma de nihilismo comenzaría con una vena pesimista. Con referencia a Aristóteles, Heidegger, vuelve al significado de la palabra "categoría, definirlo como "llamar a una cosa por lo que es, y precisamente de tal manera que a través de este llamado, por así decirlo, la entidad misma viene a hablar en lo que sí mismo es decir, salir a la luz y abrirse en la dimensión pública”.

Para Heidegger, otro gran filósofo con el que Severino se ha enfrentado en repetidas ocasiones, el problema es fundamentalmente de naturaleza lógica: al nombrar la cosa, esta cosa, el ente, es convocado como tode usted, algo que es por sí y para sí mismo, que se muestra ante cualquier otra distinción como algo que es, pero al mismo tiempo, al mostrarse como algo en su propia separatividad, se muestra partiendo de la nada como el fundamento lógico de toda distinción posible. Ahora bien, “no es la nada aquello ante lo que la voluntad retrocede con miedo, sino la falta de voluntad, el aniquilamiento de su propia posibilidad esencial. El horror del vacío -este 'horror vacui'- es el 'hecho fundamental de la voluntad humana'».

LEA TAMBIÉN  William Blake: visiones sagradas y "sueños lúcidos"

El fin, el fin, el sentido hacia el que se dirige la voluntad humana es el ocultamiento, el ocultamiento de este horror del aniquilamiento de la voluntad misma, como voluntad de poder. He aquí pues los valores, es decir las categorías, que serían sólo modos de aprehender el ente por la voluntad de la voluntad de poder. La transvaloración de los valores, como proceso, es un proceso histórico que culmina en la colocación de nuevos valores para un más allá.

La conexión destacada por Heidegger es, por tanto, la que nos permite volver a los valores, al ser colocados como categorías, aristotélicas y luego kantianas (sustancia, cualidad, cantidad, relación), por una voluntad de poder, que en su proceso de accretimento anula los viejos valores para transvalorarlos. Pero es correctamente il Logos cómo logotipos apofánticos, es decir, la lógica, el juicio como juicio del intelecto, para captar los valores, o las categorías, las sentido.

Así, las categorías con su significado intrínseco, del que depende el desarrollo y la historia de Occidente, se revelarían a la voluntad misma de poder, que es la esencia de ese ente que es el hombre, como construcciones ficticias de significado, de dominio en el sentido técnico. El fin ya no es más, la voluntad de poder se caracteriza como el fundamento, todavía metafísico según Heidegger, de las categorías, es decir, del modo en que se refiere al ente y lo capta.

Ahora bien, una voluntad de poder análoga que debe soportar la nulidad del fin es, para referirse al pensamiento de  quien como Carl Gustav Jung pensó, en nuestra opinión, la dinámica del inconsciente en una perspectiva idealista, una voluntad deseante que, como deseo libidinal, debe aprender a desear según voluntad consciente en absoluta libertad para determinarse a sí misma. Encontramos que precisamente en la formulación nietzscheana de la voluntad de poder carácter deseante esencial que connota lo humano, y que dentro del dispositivo junguiano representa la esencia misma del inconsciente entendido como lugar de producción deseante de lo real.

Para concluir este breve intento de esclarecer algunas cuestiones que atañen a la lectura severiniana por un lado ya la culminación del pensamiento occidental, que ya tiene sus presupuestos, por otro.  en la doctrina y la metafísica de Parménides y luego en Platón y Aristóteles, hemos visto cómo ya el contexto de la modernidad se mueve en un sistema de locura, locura que implica que la tecnología se ha convertido en un fin y ya no en un medio, y la locura como fe en la nientificación del ser y en la evidencia del devenir del ser. En este contexto, es necesario ante todo reflexionar sobre la posibilidad de dirigir conscientemente las fuerzas volitivas que generan la realidad a partir de ese fondo oscuro que es el inconsciente siguiendo las indicaciones de los padres de la psicología profunda.

La gran lección de Emanuele Severino, además de representar uno de los mayores y más rigurosos esfuerzos por repensar la historia del pensamiento occidental, se presenta como el que alternativa radical al dominio de la locura, como victoria de la eternidad del ente en cada momento de su aparición, y es una filosofía que al dar voz a la verdad no sólo tiene todavía el coraje de nombrarla sino que da alegría a quien tiene la fuerza de escuchar. 


 

2 comentarios en "Saludos a Emanuele Severino: los eternos y la voluntad de poder"

Deja un comentario

Il tuo correo electrónico indirizzo no sarà publicado el. Los campos necesarios están marcados *