Agostino Arrivabene, ese cuadro lleno de voluntad mágica

Mañana, lunes 7 de septiembre, se inaugura en Milán la exposición de Agostino Arrivabene, artista brillante y visionario abanderado del arte figurativo italiano contemporáneo. Aquí tratamos de resaltar el personalísimo "oniricón": un puente hacia una surrealidad que no niega el mundo de los fenómenos, sino que integra lo visible con el poder extático de lo invisible.


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publicado originalmente en IlGiornaleOFF
portada: Agostino Arrivabene, “Lucifero”, 1997

Signos precisos, técnica renacentista, plasticidad de mano de obra exquisita, elegancia de la línea que se cruza con elusiva y epifanías magmáticas, metamorfosis arremolinadas, transiciones de lo elemental.

Es esta complejidad, erizada en el umbral de lo indecible, la que impregna la obra de Agostino Arrivabene, para sellar sus joyas estéticas en las que los opuestos se atraen magnéticamente en lugar de ser distintos.

El arte de Arrivabene no se adecua al Dos, la escisión que distingue y separa analíticamente las formas, sino a una valiente, incesante, a veces obsesiva tensión hacia el Uno, que se da efusivamente en la infinidad de imágenes.

Por eso los lienzos del artista lombardo son un ejemplo de radical iconofilia: es elamor por la imagen, en su dimensión mediadora, como camino elegido entre los diferentes niveles de la realidad, para dar el visto bueno a las creaciones del artista.

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Agostino Arrivabene, “Crux Mystica”, 2017

Y es esta energía la que anima la paradoja: la ambición de decir el infinito en lo finito, de significar el más allá en el aquí y ahora, de experimentar espiritualmente la corporeidad y el erotismo, carnalmente los movimientos más profundos del alma humana. Así es en el exceso, en el desbordamiento de los bancos de plenitud, donde se ve la medida.

Son numerosas las referencias con las que el arte pictórico de Agostino Arrivabene diálogos: Leonardo Da Vinci, los maestros del Renacimiento, Durero, la pintura flamenca, Rembrandt, los prerrafaelitas, Gustave Moreau.

Todo reinterpretado a través de un "muy personal"oniricón”: Un puente hacia una surrealidad que no niega el mundo de los fenómenos, sino que integra lo visible de poder extático de lo invisible. Como bien explica Romano Gasparotti, hablando de Magritte:

“El poder artístico de la imagen está todo colocado en lo invisible, literalmente re-velado por las figuras visibles de la imagen."(la imagen invisible, Cronopio, 2015).

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Agostino Arrivabene, “Piedades”, 2020

La triada Misterio-Divino-Destino impregna todas las obras de Arrivabene: las formas refinadas de su signo conducen al espectador al umbral del Más Allá. Siempre un enfoque, nunca un logro perenne, lo es.

De aquí, quizás, deriva ese sentido de lo trágico -tan fuertemente helénico- que anima su obra. De hecho, en el fondo del gusto citacionista y erudito, a veces barroco, subyace una ardua tarea: preservar la belleza (sus momentos demacrados y efímeros) en la creación artística.

Un arte, por tanto, que desafía el logocentrismo occidental, ese mundo de claridad socrática en el que no hay espacio para el acontecimiento artístico. Una mitopoeia, es decir, una creación de mundos, en la que la oscuridad, la maldad y el horror se muestran, se sufren y, finalmente, se desnudan, quirúrgicamente, revelando el destino de la raza humana y el continuum de la realidad, su progreso entre danzas y revelaciones más que yuxtaposiciones forzadas.

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Agostino Arrivabene, “Rapto (Ganimedes)”, 2012

No es casualidad que Arrivabene haya abordado recientemente la ópera, como directora de escenografía y vestuario de Sansón y Dalila (Sansón y Dalila), dirigida por Jean-Louis Grinda. El theatrum mundi de su arte se mostraba así en el escenario, con códigos expresivos inusuales para la obra, de fuerte impacto inmediato.

Una distorsión, también en este caso, del sentido común por el que se condiciona con demasiada frecuencia al público. Como ejemplifica una pintura de 2016, sacro facial: aquí se reinterpreta en clave mística la unión de amor entre dos cuerpos humanos, tanto que, más que dos figuras que se juntan, deberíamos hablar de una sola figura que contiene en sí misma una alteridad. unión es sacro facial, realizar lo sagrado, y hacerlo en elhic y nunc, en el tiempo de la plenitud concreta.

El arte no puede ser, pues, una descripción didáctica y puramente mimética, sino que es expresión mítico-simbólica de la hibridación de las formas, es la realidad de lo imaginario perceptible en formas sensibles. ¿Quién es, entonces, el pintor -Agostino Arrivabene en este caso- sino un hombre lleno de voluntad mágica?

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Agostino Arrivabene, “Sacrum facere”, 2016

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