Gustav Meyrink: "La cara verde"

«Los hechos de la vida de Meyrink son menos problemáticos que su obra… Múnich, Praga y Hamburgo compartieron los años de su juventud. Sabemos que era empleado de un banco y que aborrecía ese trabajo. También sabemos que intentó dos venganzas o dos formas de evasión: el confuso estudio de las confusas "ciencias ocultas" y la composición de escritos satíricos». Con estas palabras, en 1938, Borges presentaba sin miedo a los lectores argentinos a Meyrink, el autor onírico por excelencia, en el que se produce el encuentro fatal entre lo oculto y el folletín. Y es en el Rostro Verde donde Meyrink alcanza la cúspide de su arte de "novelista quimérico" y su estilo "admirablemente visual" -y la cúspide de su histrionismo, si con esta palabra entendemos una asombrosa capacidad para insuflar vida narrativa a las más arduas imágenes esotéricas: en este caso la leyenda del rostro verde, o sea el rostro evanescente de quien posee “las llaves de los secretos de la magia” y, inmortal, se quedó en la tierra para reunir a los elegidos”. [contraportada edición italiana Adelphi]