El enigma de Tiahuanaco, cuna de los Incas e "Isla de la Creación" en la mitología andina

por Marco Maculotti


A los efectos de la continuación del análisis sobre el mito fundacional de los Viracochas [cfr. Viracocha y los mitos de los orígenes: creación del mundo, antropogénesis, mitos fundacionales], será útil detenerse ahora a producir algunas consideraciones sobre la importancia en la tradición andina del centro ceremonial de Tiahuanaco, "uno de los legados más significativos y desconcertantes de la prehistoria humana" [
Petratu y Roidinger, p.152], cuna de los primeros hombres del "Quinto Sol" [cf. Pachacuti: ciclos de creación y destrucción del mundo en la tradición andina]. Los orígenes de este conjunto monumental se pierden en la noche de los tiempos: en la época de la conquista los Andes aseguraban no haber conocido nunca la ciudad si no en ruinas; los aimaras, uno de los pueblos más antiguos de los Andes, afirmaban que Tiahuanaco había sido habitada”de los primeros hombres de la tierra"[Charroux, pág.52]Por estas razones, en virtud de su naturaleza enigmática, Tiahuanaco siempre ha atraído la curiosidad de historiadores y exploradores. En 1876 el arqueólogo francés Wiener escribió [cit. en Charroux p.49]:

“Llegará un día en que se podrá decir de la civilización clásica de los faraones, los caldeos, los brahmanes: estáis catalogados en nuestros libros como los más antiguos, pero la ciencia prueba que la civilización preincaica de Tiahuanaco antecede a la vuestra. por muchos miles de años".

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Detalle de la puerta monolítica de Tiahuanaco.

Los constructores de Tiahuanaco

tumblr_m6adkz77yv1r85v47o1_1280.jpgYa en el siglo XVI, Cieza de León lo consideraba el sitio sagrado más antiguo del Perú, mucho antes del imperio Inca. El mismo León pudo interrogar a los indígenas y les preguntó si tales estructuras habían sido construidas en la época de los Incas. En respuesta, los indígenas se rieron en su cara, repitiendo lo que ya le habían explicado anteriormente, a saber, que mucho antes de que reinaran los incas, ya se habían levantado tales sitios. No fue posible decir con certeza quiénes fueron los constructores de Tiahuanaco, pero los indígenas, recordando las historias de sus antepasados, le dijeron a León que, según el mito, estas estructuras megalíticas fueron vistas apareciendo una mañana, de la nadaLas antiguas crónicas relatadas por León relacionan este prodigio con una misteriosa raza de "hombres barbudos", que fueron vistos en esa época en las islas del lago Titicaca, a cuyas orillas se cree que estuvo Tiahuanaco en la antigüedad. Según una interpretación más conocida, Tiahuanaco en la antigüedad no solo estaba a orillas del lago, sino también dentro de él: según esta teoría, el sitio ceremonial se encontraba por lo tanto en una isla dentro del lago ("La isla del sol" de los mitos de los orígenes), que en aquella época primigenia se suponía mucho mayor de lo que parece hoy. En cualquier caso, según las narraciones míticas relatadas por Cieza de Léon, los mismos hombres también habrían erigido Vinaque (conjunto monumental que hoy se cree data de la civilización preincaica). waric) [Macedo, pág.10]. Según los testimonios de los indígenas, esta misteriosa raza de "hombres de barba blanca (...) llegados allí mucho antes que los incas, fundaron un asentamiento "cerca de Huamanga, donde aún hoy se ven ruinas muy antiguas, testimonio de las enormes edificaciones descritas por León; se llamaban en lengua quechua runa atumu, del que procede Jacques de Mahieu runa hatun ("Hombres blancos") o incluso más correctamente de runa atuma ("Hombres con cara de luna")... en resumen: "caras pálidas"[Drioli, p.108].

dwg1317786903884.jpgTales misteriosos barbudos parecen estar emparentados con el legendario Viracocha -héroe cultural mítico que civilizó a la humanidad primitiva en tiempos muy remotos-, y con los mensajeros que Viracocha enviaba desde el lago Titicaca en el mito de la fundación de los cuatro espacios del Tahuantinsuyu [cf. Viracocha y los mitos de los orígenes: creación del mundo, antropogénesis, mitos fundacionales]: a tal punto que los españoles a su llegada fueron confundidos, por sus características físicas, con los hijos del dios creador, y por eso fueron llamados genéricamente -también en virtud del sueño profético del histórico Viracocha, octavo gobernante de la Tahuantinsuyu- “viracochas”. Estos enigmáticos hombres también aparecen en los relatos de Sarmiento de Gamboa y Ondogarde: habrían aparecido a orillas del lago Titicaca, "donde habrían construido una gran ciudad" ["tan grande y poderoso que -según los indios- sólo gigantes blancos habrían podido construirlo, mil años antes que los incas“] Y educó a los indígenas a formas superiores de cultura” [Honoré p.9]. Otras leyendas, si bien admiten la intervención de los gigantes, "afirman que no se habrían sometido espontáneamente al ingrato trabajo, sino que habrían sido forzados por criaturas del cielo" [Colosimo, p.250], que ayudaría a la joven humanidad contra los monstruosos titanes. LA constructores de Tiahuanaco serían pues, según el mito, gigantes, pero los arquitectos ¿serían de otra raza, "venida del cielo": los Viracochas, los misteriosos hombres blancos y barbudos que vivían en la Isla del Sol dentro del lago Titicaca?

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Reproducción de la piedra megalítica superior de la Puerta del Sol de Tiahuanaco.

Los monolitos de los gigantes

En tiempos más recientes, los seguidores de Hans Hörbiger [cf. Hans Hörbiger: La teoría del hielo cósmico], de los cuales los más conocidos son Saurat y Bellamy, reconocieron a Tiahuanaco como la antigua cuna de la humanidad, forjada por manos olvidadas de la humanidad. Como escriben Pauwels y Bergier [Pauwels y Bergier, págs. 311-2]:

“Bellamy advierte en los Andes, a cuatro mil metros, rastros de sedimentos marinos que se extienden por setecientos kilómetros. Hasta allí llegan las aguas del extremo terciario, y uno de los centros de civilización de este período sería Tiahuanaco, cerca del lago Titicaca. Las ruinas de Tiahuanaco dan testimonio de una civilización cientos de veces milenario, y que no guarda ningún parecido con civilizaciones posteriores. Para los seguidores de Hörbiger, las huellas de los gigantes son visibles allí como sus monumentos inexplicables (...) Todo invita a los seguidores de Hörbiger a ver en estas estatuas retratos de gigantes realizados por ellos mismos."

Según los dos autores franceses, "Si esos monolitos fueron esculpidos por gigantes para sus discípulos, los hombres" y "si las esculturas de extrema abstracción, de una estilización tan fuerte como para confundir nuestra inteligencia, fueron hechas por aquellos Superiores, encontramos en ellos el origen de los mitos según los cuales las artes fueron enseñadas a los hombres por los dioses". Ciertamente, el “realismo mágico” de Pauwels y Bergier debe tomarse con pinzas; sin embargo, el mismo Garcilaso Inca de la Vega, en su digresión sobre Tiahuanaco en el libro III de la Comentarios reales, tras describir con gran asombro las ciclópeas dimensiones y la asombrosa tecnología de sus constructores [Garcilaso, Libro III, p.94], finalmente admitió que no estaba capaz de explicar cómo se llevó a cabo esta construcción, ni con qué herramientas ("estas son preguntas que no podemos responder").

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El mitema de la lapidación del viajero

Garcilaso informa también otra historia sobre Tiahuanaco [Garcilaso, Libro III, pág.95]: testimonio de Diego de Alcobasa, amigo suyo de la infancia y luego sacerdote, a quien los indígenas le contaron que el sitio fue construido en honor a Viracocha, creador del universo. “En este lugar -continúa el testimonio-, hay una gran cantidad de estatuas antropomorfas, esculpidas de forma tan natural que parecen vivas. Algunos representan borrachos, otros están en actitud de vadear un arroyo, mujeres ofreciendo sus pechos a sus hijos… Los indígenas afirman que todas estas estatuas fueron alguna vez seres vivos, que Viracocha transformó en estatuas de piedra. por tirar piedras a un viajeroEsta historia, como es fácil ver, está conectada con el mito de origen -ya analizado- relatado por Juan de Betanzos, según el cual Viracocha, antes de la creación de la humanidad actual, destruyó a la anterior con un diluvio y -de hecho - Transformar a los supervivientes en estatuas de piedra.

Pero también conecta, en cuanto a la topos de la lapidación del caminante, a un mito relatado por Cieza de León, según la cual [Urton pág.38] uno de los tres (mensajeros/emanaciones de) Viracocha (ConTiki Viracocha) "que parecía un hombre alto y de piel blanca" viajó al noreste del lago Titicaca "curando a los enfermos y devolviendo la vista a los ciegos con el poder de la palabra solo "; sin embargo, cuando llegó a un pueblo llamado Cacha, al sureste del Qosqo, fue recibido por una lluvia de piedras lanzada por sus habitantes (casi un paralelo del encuentro homérico de Ulises con los gigantes Lestrigoni, quienes en lugar de darle la bienvenida como ¡un invitado destruyó su flota con piedras!). Viracocha, en respuesta, hizo llover fuego del cielo para transformar toda un área de desierto en roca brillante, una especie de "Sodoma y Gomorra". Atlantica. Betanzos escribió que él personalmente fue a Cacha para investigar el mítico incidente y encontró allí una gran área que daba crédito a lo que decía la tradición. Tras el incidente, en el lugar, que ahora se ha convertido huaca (por ser sede espacial y material de la manifestación divina), los indígenas sobrevivientes erigieron una estatua de Viracocha a la que comenzaron así a adorar, ofreciéndole oro y plata. Es aquí para subrayar cómo Viracocha, durante sus andanzas míticas, a menudo adopta la apariencia de un mendigo, y por eso no es reconocido por las poblaciones que encuentra que van, puntualmente, a cumplir con una especie de castigo divino, como la inundación. lluvia o meteoritos ardientes lanzados desde el cielo. En el cap. 2 del manuscrito de Huaru Chiri se lee:

"En tiempos muy antiguos Cuniraya andaba tomando la forma de un hombre muy pobre, con la yacolla y cousma a jirones. Los hombres, la mayoría de las veces, no lo reconocían y murmuraban al verlo: "Pésimo mendigo". Sin embargo, fue él quien animó a todas las comunidades y con una sola palabra creó campos fértiles y terrazas bien protegidas por muros bajos ".

En otro mito, contenido en el mismo manuscrito, se trata de Pariacaca, que como hemos visto es un 'hijo' o una 'emanación' de Cuniraya Huiracocha, que anda disfrazado de mendigo enfermo. En el cap. 25 se puede leer de su llegada a la comunidad de los Cerros: ninguno de los habitantes le ofreció de beber, excepto uno:

"Entonces Pariacaca le dijo: 'Hermano, cuando yo vuelva aquí tendrás que agarrarte a ese árbol'. ¡No le digas nada a los demás!" (…) A los cinco días comenzó a soplar un gran viento que arrastró aquellos cerros, muy lejos, no sin antes haberlos hecho dar dos o tres vueltas. Algunos se desorientaron y murieron; otros, sin embargo, fueron transportados vivos a la montaña ubicada cerca de Carhuayllu. Este  montaña, todavía hoy, se llama Colli. Se dice que todos estos hombres murieron y ninguno quedó con vida. Solo se salvó el señor de Yarutini que le había ofrecido un trago a Pariacaca”.

Según otras versiones del mito, narradas en el cap. 26 del manuscrito de Huaru Chiri, Pariacaca tomó represalias transformándose en "lluvia roja y amarilla" (con toda probabilidad, una lluvia de fuego), o "los congeló y convirtió a todos en piedra". Otra versión, intermedia a las dos últimas reportadas, dice que los habitantes de la comunidad "fueron golpeados por una lluvia roja y de repente se convirtieron en piedra".

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Antes de continuar, cabe señalar cómo el topos del dios que asume los rasgos de un viajero/mendigo es, en opinión de Lévi-Strauss, universal: escribió [cit. en Rosati, p.45] que "los mitos relativos a un personaje sobrenatural que pone a prueba la generosidad de los humanos bajo la apariencia de un anciano, un enfermo o un necesitado, son conocidos en todo el Nuevo Mundo". Y, añadimos, no sólo: pensemos, por ejemplo, en el continuo uso de tal transformación por parte de Odín/Wotan en la mitología del norte de Europa. Y en estas andanzas Cuniraya Viracocha, al igual que Odín, a veces deja embarazadas a sus predilectas: como sucede con una hermosa mujer llamada Cahuillaca, "que fue una huaca y ella aun era virgen"[Huaru Chiri, cap.2], preñada de un subterfugio digno de Zeus: Cuniraya se transformó en pájaro e introdujo su semilla en un fruto de lúcuma, que luego dejó caer junto a la mujer que, al comérselo, quedó inmediatamente embarazada.

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¿Una ciudad subterránea?

Otro testimonio nos llega de un manuscrito de Gonzales de la Rosa, transcripción de las declaraciones de quipocamayo (intérprete de quipas incas) Catari, quien tradujo para los jesuitas el lenguaje secreto de las enigmáticas cuerdas anudadas. En 1625 el manuscrito fue entregado por los jesuitas al Vaticano, que aún lo conservaría en la Biblioteca. He aquí el resumen de la parte que nos interesa de este manuscrito, citado por Charroux [Charroux, págs. 56-7]:

“El nombre primitivo de Tiahuanaco era Chucara. La ciudad estaba completamente bajo tierra y lo que existía en la superficie era solo el sitio de corte de piedra y el pueblo de trabajadores. La ciudad subterránea podría darnos la clave de una asombrosa civilización que se remonta a los tiempos más remotos (...) Cerca del lago Titicaca había un palacio del que no queda rastro ya que habría sido construido, según los textos, en el momento de la "Construcción del mundo". El primer señor de Chucara, que significa "Morada del Sol", se llamaba Huyustus; había dividido el globo en varios reinos (…) En Tiahuanaco se enterraban los muertos mentirosos. Una raza de barba blanca vivía en las islas del lago".

He aquí la reaparición del nombre Hyustus, a quien ya hemos conocido como "el héroe deificado, que vino del mar o se levantó de las aguas, que creó todo y dictó leyes sabias".", el que los aimaras describían como “rubio y de ojos azules”: el “Dios Blanco" de las tradiciones precolombinas. Por lo tanto, su identidad se confirma con el cd. "Creador de Tiahuanaco", el legendario Viracocha que "había dividido el globo en varios reinos" o, como se dice en otras narraciones, dividió el territorio en cuatro partes, creando el Tahuantinsuyu originales [cfr. Viracocha y los mitos de los orígenes: creación del mundo, antropogénesis, mitos fundacionales].

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Hipótesis recientes

Algunos, más recientemente, han argumentado que el antiguo nombre de Titicaca era Chukahua y destacaron la similitud con el gótico skuggwa-uod ("Espejo de agua" o "espejo de agua") [Drioli, p.118], asumiendo que los fundadores de Tiahuanaco fueron colonos vikingos que habían llegado al Perú en la antigüedad. Esto, si bien por un lado suscita considerables dudas -especialmente en lo que se refiere a la datación de Tiahuanaco y su arquitectura, que los pueblos vikingos nunca pudieron haber completado, ya que solían construir sus templos principalmente en madera-, por otro lado nos trae de vuelta a lo que informa Cieza de León sobre la misteriosa raza de hombres blancos y barbudos que fueron vistos en la época de la construcción del sitio de Tiahuanaco en las islas del Titicaca, y a quienes hemos reconocido como los mensajeros de Hyustus/Viracocha, los " creador de Tiahuanaco".

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otros [Honoré, p.189] teorizaron que los "dioses blancos" de la antigua América podrían haber sido los olmecas, una civilización un tanto enigmática de la que no nos ha llegado mucho, aparte de una serie de cabezas esculpidas ciclópeas con rasgos caucásicos y negroides, pero no amerindios. Otros ven en los enigmáticos toltecas a los míticos iniciadores de todas las culturas amerindias. Sin embargo, en opinión de otros estudiosos, la civilización de Tiahuanaco es mucho más antigua que la era histórica en la que vivieron los vikingos. Olmecas y toltecas: se hipotetiza que nació muchos miles de años antes de las hipótesis académicas, que pretenden que se remonte como máximo al 1.000 a. C. Petratu y Roidinger, partidarios de esta teoría, escriben [Petratu y Roidinger, p.153]:

“Desde entonces, el clima y la vegetación del lugar no han cambiado esencialmente. ¿Por qué, entonces, habría que construir una ciudad de cuatro mil metros de altura con megalitos de toneladas, si el medio ambiente no podía sostener a sus habitantes? Es evidente que ninguna de las tribus indígenas residentes, que habían vivido allí miles de años antes de la llegada de los españoles, apoyó la ciudad. Cuando se establecieron aquí, encontraron una ciudad muerta y abandonada. En consecuencia, pensaron que no podía ser una obra humana. Una ciudad tan gigantesca solo podría atribuirse a una raza de gigantes extinta hace mucho tiempo.."

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Lago Titicaca, en la frontera de Perú y Bolivia. Foto del autor.

Una desaparición repentina

Entre las pocas certezas sobre la misteriosa civilización de Tiahuanaco, está el hecho de que desapareció tan repentina como inexplicablemente, muchos siglos o incluso milenios antes del imperio Inca. Según el arqueólogo e investigador Klaus Dona para designar el momento fatal de la cultura de Tiahuanaco fueron los violentos terremotos, a raíz del impacto de un cuerpo de meteorito en Argentina, ocurrido hace cuatro mil años. Por medio de la catástrofe los sitios de Tiahuanaco -que en ese momento era un puerto (o una isla) en el Titicaca- y Puma Punku fueron empujados a cuatro mil metros de altura, en los desiertos más solitarios, los únicos sobrevivientes, testigos mudos de la grandeza pasada.

Según otra teoría popular, los constructores blancos de Tiahuanaco habrían sido derrotados por una tribu encabezada por un cacique El nombre araucano Cari o Kari, proveniente de la región de Coquimbo, actual Chile, aún hoy, entre los amerindios del altiplano boliviano, el nombre Cari es sinónimo de "Mal", confirmando lo que Montesinos escribió siglos atrás: la derrota de los La civilización de Tiahuanaco fue tal desgracia que los indígenas comenzaron a utilizar la palabra Querido para indicar todo lo que es malo o indica mala suerte. Las leyendas bolivianas recopiladas por Cynthia Fain, que se remontarían a hace más de cinco mil años (y por tanto retrotratarían los hechos a antes del 3.000 a.C.), cuentan [Pauwels y Bergier, p.207] que la civilización de Tiahuanaco se desvaneció”después de un conflicto con una raza no humana cuya sangre no era rojaLos habitantes de las islas flotantes de los Uros, en el lago Titicaca, remontan los orígenes de su raza a un tiempo primitivo, cuando el lago Titicaca era más extenso de lo que es hoy y no había luna en el cielo. Le dijeron al etnólogo Jean Vellard [cit. en Petratu y Roidinger, p.156] como sigue:

“Nosotros, los demás, nosotros los habitantes del lago, el Kot-Sun, no somos hombres. Estábamos allí antes que los Incas, y aún antes de que el Padre Celestial, Tatiu, hubiera creado a los hombres, los aimaras, los quechuas, los blancos, estábamos allí. Incluso estábamos allí antes de que el sol comenzara a iluminar la Tierra. Desde los días en que la Tierra aún estaba envuelta en una penumbra, cuando sólo el sol y las estrellas la iluminaban. Cuando el lago Titicaca era mucho más grande que hoy. Incluso entonces nuestros padres vivían aquí. No, no somos hombres. Nuestra sangre es negra, por lo que no podemos morir congelados, no sentimos el frío de las noches del lago. No hablamos ningún idioma humano y los hombres no entienden lo que decimos. Nuestras cabezas son diferentes a las de otros indios. Somos muy viejos, los más viejos. Somos los habitantes del lago, el Kot-Sun. ¡No somos hombres! ".

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Islas de los Uros en el lago Titicaca. Foto del autor.

bibliografia:

  1. Roberto Charroux, Historia desconocida de los hombres. (Ceschina,  Milán, 1966).
  2. Gianfranco Drioli, Ahnenerbe (Ritter, Milán, 2011).
  3. Pierre Honore, Encontré al dios blanco (Garzanti, Milán, 1963).
  4. Pedro Kolosimo, Tierra atemporal (Azúcar, 1969).
  5. Garcilazo Inca de la Vega, Los Comentarios Reales del Inca (El Lector, Arequipa, 2008).
  6. Justo Cáceres Macedo, Culturas Prehispánicas del Perú (Lima, 2009).
  7. Louis Pauwels y Jacques Bergier, La mañana de los magos (Mondadori, Verona, 1971).
  8. Cornelia Petratu y Bernard Roidinger, Las piedras de Ica (Mediterráneo, Roma, 1996).
  9. liliana rosati, La verdadera historia de Huaru Chiri (Sellerio, Palermo, 2002).
  10. gary urton, mitos incas (Prensa del Museo Británico, Londres, 1999).

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