La bipolarización sexual, lo "femenino" y el advenimiento de la corporeidad humana

En esta nueva cita del ciclo de artículos "Manvantara" investigaremos el significado cosmológico-tradicional de los dos sexos, así como las modalidades y consecuencias relacionadas con su diferenciación, con particular atención al nivel humano.


di michele ruzzai
publicado originalmente en Mente hereje

Como mencioné en el artículo anterior. La Segunda Mitad de la Era del Paraíso: Algunos Conceptos Preliminares, después de la conclusión de la fase andrógina, incorpórea e indiferenciada relativa al Primer Gran Año (hace 65.000 a 52.000 años) de nuestro Manvantara, la separación masculino-femenino es el punto fundamental en torno al cual se desarrollan los acontecimientos del Segundo Gran Año (hace 52.000 a 39.000 años)); es pues oportuno hacer ahora algunas consideraciones sobre el significado cosmológico-tradicional de los dos sexos, así como sobre las modalidades y consecuencias ligadas a su diferenciación, con particular atención al nivel humano.

Previamente señalé, entre otros elementos generales, la importante y, en cierto modo, paradójica nota de Filón de Alejandría quien defendió una significativa visión "asimétrica" ​​de los dos géneros, connotando como "masculino" el reino completamente desprovisto de diferenciación sexual (según las diversas perspectivas, el Nous, el Logos, Dios mismo) y el reino material como "femenino"; una mujer que, sin embargo, según Philo, lleva dentro de sí - a su vez y otra vez - la polaridad masculino-femenino, destacando así una clara duplicidad de aspecto fuertemente connatural a ella.

Partiendo de esta sorprendente pista, si primero tratamos de comprender el significado del "macho" según el filósofo alejandrino, veremos que por ejemplo en el contexto griego el "Nous" corresponde a un elemento de cualidad, espiritual, divino y arquetípico, mientras que en hebreo se define "Neshimah", la intuición intelectual: facultad trascendente que supera al hombre ya la "razón" misma por ser aún de matriz psíquica y por lo tanto sujeta a la mutabilidad e incertidumbre propias de este ámbito. Este "masculino" en los aspectos manifestados de lo Divino puede ser abordado para "Mundo inteligible" y luego a plan del evento informal ("Buddhi" en términos hindúes); todo ello según una perspectiva que no lo ve "correlacionado", en una línea más o menos "horizontal", con lo femenino. En consecuencia, corresponde al Andrógino todavía polar y desde este punto de vista se puede recordar que por ejemplo Adán viene de San Ambrosio acercándose al Nous, o de AK Coomaraswamy al Espíritu.

Sin embargo, sabemos que en esta fase, lo "femenino" todavía aparece como "contenido" en este "macho" como su mero potencial, de un posible cuerpo sustancial e inferior que depende de él, como su principio inmediato. Según esta perspectiva, lo femenino puede pues encontrar correspondencia en el todo potencial de aquella parte de la manifestación que ya no responde a un valor "supra-individual", sino que, según los términos expuestos por Guénon, está sujeta a la "forma": precisamente, la manifestación "formal" o "individual", compuesta a su vez por un nivel "sutil" y otro "grosero" de donde, en efecto, las difundidas concepciones tradicionales según las cuales todo el mundo corpóreo-mental tiene una naturaleza pasiva y femenina.

Al respecto, es oportuno recordar cuántos Padres de la Iglesia consideran Eva, la hembra por excelencia que "sale" de Adán, como símbolo del alma-cuerpo, mientras que para Orígenes el femenino representa la criatura enraizada en la manifestación. Coomaraswamy se mueve en la misma dirección cuando señala el "Yo", que surge directamente del seno divino, corresponde al Hombre interior y constituye la verdadera Persona, precisamente supra-individual, mientras que lo que él llama el Hombre exterior -es decir, el hombre psíquico- -agregado físico - originado por la mujer; resulta que la individualidad exterior de un ser humano (ya sea hombre o mujer) es siempre de naturaleza femenina con respecto al Yo interior, parte auténticamente masculina del compuesto. También según Jakob Böhme, lo que está abajo representa en última instancia el cuerpo o la mujer (o la novia) de lo que está arriba.

Julius Evola, sin embargo, destaca cómo lo femenino corresponde a lo inestable, a lo cambiante, a lo sublunar y es una sustancia animadora, psique, fuerza de vida; además, esta fuerza-vida del Ser eterno, en el momento en que la manifestación procede del Uno, prácticamente lo "croniza", es decir, desarrolla este ser, en sí mismo inmutable, en la dimensión temporal, de donde procede el claro conexión de lo femenino “en acción” con el símbolo del tiempo, el titán Kronos, que recién ahora entra al campo. También es significativo que el término árabe "El-Hayah", apelativo de vida, es muy similar al de serpiente ("El-hayyah"), mientras que en hebreo "hayah" significa tanto "vida" como "animal"., poniendo así de manifiesto cuán estrecha es, por ejemplo, la relación entre la Serpiente y Eva, la "viviente" (pero, como veremos más adelante, no sólo Eva).

(c) Colección de Pinturas; Suministrado por The Public Catalog Foundation
William Blake, "Eva tentada por la serpiente"

Retomando otros indicios evolianos, en particular sobre el "demonismo" del elemento femenino, también creo plausible acercar este último al función demiúrgica ya descrito en los hechos ocurridos anteriormente; en la medida en que encuentra, como es obvio, su lugar en el contexto global del diseño cósmico, puede establecerse un paralelo con el ángel Lucifer quien, siendo originariamente el más luminoso, también él participaba a su modo de la totalidad, de la que, sin embargo, en cierto punto quiso abstraerse [cf. RUZZAI: El demiurgo y la posibilidad negativa: la caída]. Evola ya recordó cómo en el gnosticismo, la naturaleza femenina era considerada el "mundo del demiurgo"; características que pueden ser de vez en cuando, y de diferentes maneras, personificadas por figuras como Kronos, Lilith, Prometheus.

Es evidente que el aspecto femenino es más claramente reconocible en Lilith, la primera compañera de Adán según las mitologías mesopotámicas, mientras que en Prometeo y Kronos lo es menos, pero los dos titanes, como veremos más adelante, traicionan innegables aspectos "lunares" en sus acciones” y por lo tanto indirectamente femeninas. En consecuencia, desde la perspectiva cosmológica, lo "femenino" representa obviamente una parte específica del diseño global, pero no puede escapar al estado de subordinación ontológica respecto del elemento masculino, que Evola a menudo tuvo ocasión de subrayar; la misma imagen bíblica de la creación de Eva, para llegar a que es necesario utilizarla de una parte de Adán, también puede leerse como el uso de un modelo, un prototipo inicial, que debe tomarse como referencia. Para Pablo, en efecto, así como el hombre es imagen de Dios, la mujer es imagen del hombre, mientras que, en términos más generales, se observó que la creación de la mujer a partir de una fracción del cuerpo masculino presenta numerosos paralelos en varios orígenes. mitos alrededor del mundo.

En este nivel, la interpretación del varón como causa ejemplar puede, por tanto, confirmarnos al considerarlo según sus aspectos supraformales en relación con los aspectos “femeninos”, individualizados y psíquico-groseros subyacentes; una zona que, sin embargo, según la insinuación inicial de Filón de Alejandría, se polarizará a su vez y por tanto, paradójicamente, conteniendo en sí mismo a ese Adán psíquico ya mencionado anteriormente (y no en vano también definido como Eva o Afrodita). Todo ello destacando una vez más, como recuerda Evola, el concepto general de fuerte versatilidad de la simbología tradicional con una notable fugacidad de las denominaciones adoptadas y de las características funcionales que recubren las distintas figuras míticas.

En cualquier caso, en la fase en la que aún no se ha producido una polarización/separación efectiva entre el elemento masculino y femenino, este último aún no puede expresar plenamente todas sus posibilidades de manifestación: por lo tanto, durante el Primer Gran Año de Manvantara, quedando incluido en el ámbito de la unidad andrógina superior, debe limitar su contribución sólo a la corporeidad sutil de la primera humanidad, sustanciada por el Éter, y cuyo potencial plástico representa de hecho el " principio" de los elementos subsiguientes que se desarrollarán más adelante. Sin embargo, con el Segundo Gran Año se produce realmente la separación de los sexos lo cual, como veremos, tendrá implicaciones bastante complejas. Se trata de un acontecimiento crucial para la historia humana, que pensadores de distintas épocas (por ejemplo, Honorio de Ratisbona, Jakob Böhme, Leopold Ziegler, Martin Lings) ya han considerado como una primera "caída" - rebajar a la persona al nivel biológico-sexual para reproducirse - y redefinir así el episodio bíblico de la manzana y la serpiente sólo como el inevitable acto final de un proceso global mucho más amplio; elaborando así, aunque con diferentes sensibilidades y acentos, la idea general de un colapso espiritual que se produjo no en una solución única sino "por etapas", desde el nivel divino anterior hasta el nivel humano simplemente post-edénico.

LEA TAMBIÉN  El Hombre Eterno y los Ciclos Cósmicos

Diferente, en los diversos corpus mitológicos, fueron las formas en que se recordó el acontecimiento de la división sexual. Por ejemplo, en el mito griego, es el titán Kronos que aparece en escena (como se vio arriba, en analogía con la dinamización de lo femenino) cortando los genitales del padre Urano, separándolo de la madre Gea e interrumpiendo así la fase primordial e indistinta: este acto divide irremediablemente el Cielo de la Tierra (que, se ha señalado, son luego separados por el Titán Atlas), pero al mismo tiempo asegura una unión complementaria entre los dos principios, ya que, de alguna manera, la proximidad mutua / la distancia entre estos llega a equilibrarse.

Como se mencionó, la figura de Saturno, que interviene aquí demiúrgicamente como un "separador", en realidad también se acercó a la de Prometeo y Lucifer; Karoly Kerenyi también subraya cómo, en su acción, Kronos utiliza significativamente la hoz, una herramienta ligada a la Luna, y de hecho, la esfera lunar aquí bien puede representar el complejo de la manifestación formal o individual, que, de esta manera, parece distinguirse activamente, subespecificarse, con respecto al universal / supraindividual superior y que todo lo abarca. esfera. Una imagen similar también es reportada por AK Coomaraswamy, con el mito de la bisección de la serpiente que ciertamente se puede comparar con el tema general de la separación entre el Cielo y la Tierra, y también con el consecuente creación de una esfera intermedia ("antariksha", "akasha"), necesaria para la identificación formal según "nombre y forma" ("nama-rupa"), a la que volveremos más adelante.

En el lecho de la tradición hindú, la separación hombre-mujer parece superponerse al tema de la polarización de los dos. guna superiores, Sattwa y Rajas, pero para desarrollar cabalmente este punto, creo que hay que tener presente la nota de Filón de Alejandría sobre el "doble" acontecimiento que implica este acto. Hay en efecto una memoria más genérica relativa a la separación, a partir de la entidad unitaria Hamsa, en las dos castas que parecen corresponder a las dos gunas superiores, respectivamente los Brahmana (sacerdotes) y los Kshatriyas (guerreros); por ejemplo, hay una narración de la disputa que surgió en Hamsa entre el sacerdote Vashista y el guerrero Visvamitra, mientras que otra pista similar la puede constituir el episodio recordado por Naradapurana, que señala en Krita Yuga las fechorías, probablemente al enfatizarlas. , de un cazador llamado Gulika arrogante, violento y asesino de brahmanes.

Sin embargo, algunos elementos adicionales nos llegan de otros autores que, especialmente en relación más específica con el tema de la mencionada zona intermedia, han encontrado que ésta debe colocarse ante todo en correspondencia con las prerrogativas de la casta Brahmana, que corresponde a la aspecto de la "Mahatma" en la imagen del triángulo iniciático recordado por René Guénon; las otras dos funciones de la figura están representadas por "Brahatma", que constituye el vértice (y simboliza la fase unitaria primordial, por tanto andrógina y anterior a la polarización macho-hembra), y la "Mahanga", que en cambio es la base (y alude a la función real de los kshatriyas, aproximados al mundo terrestre). El Mahatma, que ocupa el espacio intermedio del triángulo, se compara con la vitalidad cósmica y con elÁnima Mundi de los herméticos y, según la concepción que por conveniencia hemos definido previamente como “vertical/principal”, al Adán psíquico (que, como se ha dicho, también es llamado significativamente Eva o Afrodita, de ahí la relación con la bisexualidad como ser doble) : probablemente en la misma dirección también se puede interpretar a Pablo, ya que define a Adán como "Psique vivir".

Eva y serpiente
William Blake, "Adán, Eva y la serpiente"

Cabe recordar que Coomaraswamy atribuye a la función sacerdotal, contemplativa y egocéntrica, un signo decididamente masculino, mientras que reserva -contrariamente a lo que se podría considerar en un principio- las características de la feminidad para la guerrera, dada la presencia en ella de indudables elementos emocionales-pasionales (Schuon señala con razón que "pasión" es un impulso hacia la individuación); no es sorprendente, como han señalado otros estudiosos, que también sea relevante la importancia en la casta kshatriya de un simbolismo muy a menudo centrado en figuras femeninas, como el Oso. Por lo tanto, si atribuimos a los kshatriyas la "terrestrialidad" ya consolidada y a los brahmanes la esfera intermedia (manifestación "sutil" pero ya formal), se sigue que la posición más adecuada de las dos castas superiores es la, más reducida, de lo masculino y lo femenino "pariente" dentro de lo más amplio "femenino" constituido por el conjunto de la manifestación formal.

Una duplicidad lógica paradójica -la de la hembra polarizándose con respecto al macho "absoluto" (el plano universal supra-formal y supra-individual) y al mismo tiempo "re-polarizándose" a sí misma en un macho y una hembra "relativos"- lo que probablemente concuerda con la nota de Julius Evola según la cual el concepto de "binario", es decir el "dos", constituye un elemento indisolublemente inherente a la raíz más profunda del principio femenino.

Sin embargo, creo que se debe resaltar que la mujer sigue representando una sola entidad en sí misma, aunque se presente de formas tan complejas; ésta, de hecho, en el mito griego encuentra correspondencia en la figura única de Pandora, mientras que en otros lugares se la acerca, como "primera" mujer, tanto a Lilith como a Eva (en la tradición judía, compañeras de Adán en dos fases distintas). ). Pandora viene inmediatamente después del pacto de fin de convivencia entre los hombres y los Dioses: es por tanto presumible que la humana corresponda en realidad a la primera raza mencionada por Hesíodo, que es el linaje primordial y áureo., quien de hecho, antes del advenimiento de la mujer, vivía en una situación de serenidad y abundancia. Como hemos visto, en el mito judío la mujer aparece en cambio en el figura dividida de la "rebelde" Lilith y la "condescendiente" Eva, pero un elemento probable en apoyo de su unicidad básica puede ser proporcionado por la analogía contemporánea que, de ambos, ha sido propuesta por muchos partidos con el serpiente (muchas veces vista como una entidad femenina de atracción hacia la existencia individual, encadenada a una multiplicidad indefinida): hecho que llevaría por tanto a enmarcar a las dos mujeres como dos aspectos que, aunque diferentes, pertenecen sin embargo a un mismo ser.

Esta hipótesis introduce otra observación general de particular importancia, ya mencionada en el artículo anterior, a saber, la inherente a la manifestación de lo femenino según una "doble modalidad" de acción. Una doble dinámica que quizás constituya una forma diferente de presentar el mismo evento paradójico recordado por Philo (polarización/repolarización) y que, por cierto -razonando en términos analógicos- no excluiría, puede concernir a la hembra entendida según los dos significados antes mencionados. , que es el más ancho y el más angosto. Como se ha dicho, en efecto, Evola nos recuerda que la potencia mercurial, femenina, es una tendencia ciega a la identificación y que, separada del centro y abandonada a sí misma, coincide inicialmente con un impulso expansivo-promanativo de caer hacia abajo; pero este movimiento llega hasta el límite marcado por un punto de equilibrio con el principio masculino, una nueva fase en la que la fuerza femenina aparece ahora enjaezada, más anclada al elemento viril.

De paso, señalo que tal vez esta doble dinámica podría explicarse también a través de la hipótesis, como veremos, de un "doble estado" correspondiente de la figura masculina, inicialmente "latente" y posteriormente "despertado" a una nueva conciencia. En consecuencia, dado que el elemento mercurial recordado por Evola se correlaciona con la acción predominante y "expansiva" de guna Rajas (que él recuerda como "la forma de dinamismo y devenir, de transformación o mutación... energía, vida, actividad"), la fase promanativa de lo femenino podría corresponder a lo que yo definiría convencionalmente el "aspecto de Lilith" de este plano, mientras que la fase posterior en la que lo femenino aparece más "estabilizado" y anclado al principio masculino, al llamado "Estoy esperando a Eva".

En mi opinión es destacable que la idea de una "duplicidad femenina" también se encuentre en Jakob Böhme, quien a través del concepto deambivalencia de la serpiente, esboza la doble posibilidad de la "virgen celestial" o "feminidad maligna"; y, como sabemos, para René Guénon la Serpiente (de hecho, se acercó a ambas mujeres) constituye uno de los símbolos más característicos deÁnima Mundi y de la esfera intermedia, subrayando también aquí la naturaleza dual que puede ser, según el punto de observación, a la vez "esencial" y "sustancial", si no aparece a veces en imágenes aún más explícitas, como en la caso de serpiente doble del caduceo.

il_570xN.1148296956_egyj
William Blake, "Satanás observando a Adán y Eva"

Por tanto, la actualización de lo femenino, o más bien de la manifestación formal en una modalidad binaria, podría interpretarse también en términos cosmológicos como ejercida simultáneamente en el doble plano que le es inherente, es decir, tanto el sutil como el físico-grueso. Esta lectura es bastante consistente con las acciones llevadas a cabo por el poderes demiúrgicos según la interpretación dada por las corrientes gnósticas: poderes que, en este contexto cultural, como se mencionó, vienen considerado de matriz femenina y de hecho lo harían entrar en el mecanismo de formación tanto de la corporeidad burda como de la forma sutil y del alma psíquica. Todo ello, en efecto, a través de la plena activación sobre todo de la guna Rajas, ya que es presumible imaginar que el componente tamásico ya se separó a raíz de una "caída" demiúrgica aún anterior, relatada en los artículos anteriores y que debió conducir a la generación de las formas inferiores "paródicas" e infrahumanas.

LEA TAMBIÉN  Kasenian Réak: la danza del caballo sundanés entre la representación artística y la posesión ceremonial (II)

Guénon, de hecho, conecta al hombre con Rajas y recuerda cómo es a través de ella que eres produce la expansión del ser al nivel de la individualidad, mientras que Evola añade que tal guna también corresponde a la "semilla femenina". Además, en una línea completamente hipotética, no excluiría otra posible clave analógico-interpretativa, no necesariamente alternativa a la anterior: un paralelo, tal vez en una escala diferente, entre el doble modo de despliegue de lo "femenino" y la doble dinámica del Demiurgo descrito en los dos artículos publicados anteriormente [cf. RUZZAI: El demiurgo y la posibilidad negativa: la caída & El Demiurgo y la posibilidad positiva: dar forma], relacionando la "caída" de esta última (de ahí el nacimiento de toda la amplia y caótica gama de la materia) a la fase "expansiva/promanativa" de la mujer, y la "conformación" a una acción llevada a un nivel psíquico superior , por ejemplo de un nivel cultural acorde a la función etnológica del “antepasado mítico”. Un tema que me limitaré a mencionar aquí, pero sobre el cual en el futuro intentaré aportar algunas reflexiones.

En todo caso, todos estos acontecimientos ocurridos en el Segundo Gran Año y que conciernen al plan de manifestación burda, parecen ser confirmados también por otras referencias, de distinto tipo, que de diversas formas se vinculan directamente con el concepto general de corporeización humana. En términos más amplios, Gaston Georgel dice, de hecho, al final del Primer Gran Año y en correspondencia con el advenimiento de la mujer, el nacimiento de la primera raza corporizada del hombre, si bien hay que decir que, en su reconstrucción histórico-tradicional, correspondería a la Raza Amarilla, en lo que no creo poder estar de acuerdo por la edad demasiado reciente de las características morfológicas orientales, como se ha visto anteriormente.

Por otro lado, Evola señala que está estrechamente correlacionado con la presencia de un cuerpo la idea de "yo soy", destacando así el cambio radical de perspectiva que en esta fase es inducido por la materialización física sobre la conciencia humana; una conciencia, además, en términos hindúes definido como "Ahamkara" y que se realiza como un "yo" particular, donde no es casualidad que Rajas sea siempre el guna predominante. Además, el pensador romano señala que lo femenino constituye, ontológicamente, el principio de la materia y por tanto es en relación con el estado de sueño en que se encuentra Adán (al que volveremos en el siguiente artículo) que llegamos al determinación del psiquismo reflexivo y dual; se origina, de hecho, el conocimiento distintivo que se relaciona con la sustancialización-individualización determinada por lo que finalmente será Eva, imagen de la vitalización de la forma física finita.

En el contexto de la narración bíblica, algunos autores han subrayado cómo el elemento óseo, del que se extrae la mujer, no se ve afectado por la descomposición y, por tanto, está implícitamente conectado con la idea de cierta solidez; también para Leopold Ziegler correspondería a la manifestación definitiva de las características corporales de hoy, mientras que para Orígenes el compañero de Adán representa la parte sensible del compuesto humano, tanto como para creer que toda criatura de nuestra especie, independientemente de su sexo , es originalmente de sexo femenino. Para Gregorio de Nissa, que sigue una línea interpretativa similar a la de los filósofos alejandrinos, hay dos eventos antropogenéticos: el primero es el unitario y "a imagen de Dios" en la parte más alta e incorpórea del compuesto humano, el segundo es el sexualmente diversificado que opera en el nivel físico más bajo en cuanto a "apasionado y seres irracionales" ". Y, como era de esperar, como correlato de la corporeización humana, todavía regresa ese concepto de "pasión" que Frithjof Schuon coloca junto al guna Rajas encontrado anteriormente.

Fuera del contexto bíblico recordemos que también en el mito gnóstico la mujer representa el elemento material, mientras que en el griego hay Pandora, de la que ya hemos dicho, pero que ahora es importante enmarcar en su estrecha conexión "punitiva" con el tema de la corporeización humana, tanto es así que Evola lo sitúa en clara conexión con la vinculación de Prometeo a la materia. En términos más generales, Karoly Kerenyi señala significativamente cómo la conexión entre la mujer y el castigo recibido por el hombre parece ser una experiencia primordial, cuando la hembra es concebida en particular bajo su "aspecto animal y en una sola unidad". mundo de los animales".

Pero el advenimiento de la corporeidad material está inevitablemente conectado también con el de la mortalidad física. Es innegable que este último, en diversas concepciones tradicionales, está conectado con el acontecimiento de la división entre los sexos. Por ejemplo, se pueden encontrar rastros de ella en Aristófanes, en el Evangelio de Felipe (que se encuentra entre los apócrifos) y en Gregorio de Nisa; también Duns Scotus toca un punto similar cuando señala que, incluso en el Paraíso Terrenal, el hombre era todavía un ser mortal. El "sueño de Adán", que para Jakob Böhme ya representa una primera caída, por lo tanto corresponde a su "terrestrialización" porque él, abusando de su libertad, se desprendió del mundo divino y se "perdió" en la naturaleza: la consecuencia inevitable fue que, con la aparición de los distintos sexos, vino también la muerte del cuerpo.

Por su parte, Julius Evola finalmente señala cómo la diferenciación sexual es propia de un ser ahora transitorio e impermanente, estado dual de quien ya no tiene Vida en sí mismo, sino ahora en otra cosa. En una línea que parece similar, Meister Eckhart señala cómo la esfera psíquica (entendida, en mi opinión, sobre todo en su relación privilegiada con lo corpóreo y lo sensible, en la ilusión de independizarse del plano espiritual), representa el mal, el no ser, y que no puede dar cuenta de sí mismo refiriéndose incesantemente a otra cosa. Cuando Evola recuerda el antiguo mito de gilgamesh, que en su empresa logra llegar a la tierra del rey del estado primordial y tomar posesión de la hierba de la inmortalidad, es significativo que el héroe sumerio la pierda mientras se encuentra en estado de sueño; también desde este lado, por lo tanto, parecen bastante evidentes las conexiones con el sopor bíblico de Adán y la relativa mortalidad que sobreviene en este preciso momento, mientras que, en cambio, en el lado opuesto, es interesante notar cómo los misteriosos "Vigilantes" pueden representar a aquellas entidades aún no mortales precisamente por su continuo estado de vigilia.

Después de estos apuntes más generales sobre la corporeización humana y la polarización de los sexos, el episodio crucial del "sueño de Adán" será por tanto el punto desde el que partiremos, en el próximo artículo, para proponer algunas consideraciones de carácter aún más específico. naturaleza antropogenética.

pero289.1.1.cpd_.300.jpg
William Blake

Bibliografía consultada para este artículo:

  • Giuseppe Acerbi - El culto del narval, la ballena y otros animales marinos en el chamanismo ártico - en: Avallon, n. 49, “El tambor y el éxtasis. Chamanismo oriental y occidental" - 2001
  • Giuseppe Acerbi - Sumeru, la montaña polar en la cosmografía hindú - en: Algiza, n. 7 - abril 1997
  • Giuseppe Acerbi - Las "castas" según Platón. Análisis de paralelos en el mundo indoeuropeo - en: Convivium, n. 13 - abril / junio 1993
  • Ezio Albrile - Qué es el gnosticismo - en: Vie della Tradizione, n. 141 - Enero / Marzo 2006
  • Ezio Albrile - Erótica Gnóstica - en: Calles de Tradición, n. 140 - Octubre / Diciembre 2005
  • Ezio Albrile - En el país de Syr. Los Reyes Magos, la Estrella y el "Misterio Iraní de Salvación" - en: Algiza, n° 6 - Diciembre 1996
  • Samuel Amsler - El secreto de nuestros orígenes. La singular relevancia de Génesis 1-11 - Claudiana - 1999
  • Henry Ansgar Kelly - Satanás. Una biografía - UTET - 2007
  • Davide Gianmaria Aricò - La mesa esmeralda y la mesa rubí: dos expresiones de un mismo rostro - en: Vie della Tradizione, n. 133 - Enero / Marzo 2004
  • Arthur Avalon - El poder de la serpiente - Ediciones Mediterraneas - 1994
  • Mario Bacchiega - Bosquejos de la historia de las religiones - Bastogi - 1999
  • Selene Ballerini - El cuerpo de la Diosa - Atanor - 2002
  • André Barbault - Júpiter y Saturno - Nuevos horizontes - 1993
  • Ugo Bianchi - Prometeo, Orfeo, Adán. Temas religiosos sobre el destino, el mal, la salvación - Edizioni dell'Ateneo & Bizzarri - 1976
  • Ugo Bianchi - Raza dorada, mito de las cinco razas y Elisio - en: Estudios y materiales de la historia de las religiones, Vol. XXIV - 1963
  • Antonio Bonifacio - La cueva cósmica. El poder del chamanismo en el arte rupestre paleolítico - Ediciones Symmetry - 2005
  • Jacques Bril - Lilith o el aspecto perturbador de lo femenino - ECIG - 1990
  • Jeffrey Burton Russell - Historia del paraíso - Ediciones Laterza - 1996
  • Giulio Busi (editado) - Zohar. El libro del esplendor - Einaudi - 2008
  • Angelo Casanova - La familia de Pandora. Análisis filológico de los mitos de Pandora y Prometeo en la tradición hesiódica - CLUSF-Cooperativa Editrice Universitaria - 1979
  • Massimo Centini - El Síndrome de Prometeo. El hombre crea al hombre: de la mitología a la biotecnología - Rusconi - 1999
  • Bruno Cerchio - El hermetismo de Dante - Ediciones Mediterráneas - 1988
  • Georges Charachidzé - Prometeo o el Cáucaso - Feltrinelli - 1988
  • Pasquale Colella - Costilla de Adán: Gen 2, 18-24 - en: Apollinaris. Commentarius Instutiti Utriusque Juris, fasc. 3/4 - Pontificae Universitatis Lateranensis - 1994
  • Ananda Kentish Coomaraswamy - ¿Quién es Satanás y dónde está el infierno? - en: Revista de Estudios Tradicionales, n. 43 - julio / diciembre de 1975
  • Ananda Kentish Coomaraswamy - Hinduismo y budismo - Rusconi - 1994
  • Ananda Kentish Coomaraswamy - El árbol, la rueda, el loto - Editori Laterza - 2009
  • Ananda Kentish Coomaraswamy - La doctrina del sacrificio - Luni Editrice - 2004
  • Nuccio D'Anna - El juego cósmico - Rusconi - 1999
  • Nuccio D'Anna - Julius Evola y Oriente - Ediciones Séptimo Sello - 2006
  • Nuccio D'Anna - Renè Guenon y las formas de la Tradición - El Círculo - 1989
  • Marie-Madeleine Davy - Boda mística. Sobre la metafísica de los opuestos - ECIG - 1993
  • Paolo De Benedetti - A su imagen. Una lectura del Génesis - Morcelliana - 2000
  • Jean De Fraine - La Biblia y el origen del hombre - Nuova Accademia Editrice - 1965
  • Giorgio de Santillana / Hertha von Dechend - Molino de Hamlet. Ensayo sobre el mito y la estructura del tiempo - Adelphi - 2000
  • Mario Del Gatto - La creación, el hombre, la caída - Atanor - 1990
  • Mircea Eliade - La creatividad del espíritu. Introducción a las religiones australianas - Libro Jaca - 1990
  • Mircea Eliade - La nostalgia de los orígenes - Morcelliana - 2000
  • Mircea Eliade - Mephistopheles and the Androgyne - Mediterranean Editions - 1995
  • Julius Evola - La doctrina del despertar - Scheiwiller - 1973
  • Julius Evola - La Tradición Hermética - Ediciones Mediterráneas - 1996
  • Julius Evola - El yoga del poder - Ediciones Mediterraneas - 1984
  • Julius Evola - Metafísica del sexo - Ediciones Mediterráneas - 1996
  • Julius Evola - Revuelta contra el mundo moderno - Ediciones Mediterraneas - 1988
  • Antoine Faivre / Frederick Tristan (editado) - Andrógino - ECIG - 1986
  • J. Feiner / M. Lohrer (editado) - Mysterium salutis - Queriniana - 1970
  • Giancarlo Finazzo - La realidad del mundo en la visión cosmogónica hesiódica - Ediciones Universitarias - 1971
  • Find Druwid - El ciclo del año - Ediciones del Tridente - 2004
  • Kurt Flasch - Eva y Adán. Metamorfosis de un mito - Il Mulino - 2007
  • Roberto Fondi - Organicismo y evolucionismo. Entrevista sobre la nueva revolución científica - Il Corallo / Il Settimo Sigillo - 1984
  • Giorgio Renato Franci - Muchas veces: algunas cuestiones indias - En: I Quaderni di Avallon, n. 34, “El sentido del tiempo” - 1995
  • Gaston Georgel - Las cuatro edades de la humanidad. Introducción a la concepción cíclica de la historia - Il Cerchio - 1982
  • Mario Giannitrapani - Paletnología de las antigüedades indoeuropeas. Las raíces de un sentimiento común (parte 1) - en: I Quaderni del Veliero, n. 2/3 - 1998
  • Mario Girardi - El hombre semejanza a la imagen de Dios (Gen.1,26-27) en la exégesis de los Capadocios - en: Vetera Christianorum - fasc. 2 - 2001
  • Robert Graves - Los mitos griegos - Il Giornale
  • Vittorino Grossi - Esbozos de antropología patrística - Borla - 1983
  • Marco Grosso - Los secretos de la luna negra - Ediciones Arktos - 2004
  • Renè Guenon - Autoridad espiritual y poder temporal - Luni Editrice - 1995
  • Renè Guenon - Formas tradicionales y ciclos cósmicos - Ediciones Mediterráneas - 1987
  • Renè Guenon - El Demiurgo y otros sabios - Adelphi - 2007
  • Renè Guenon - El rey del mundo - Adelphi - 1997
  • Renè Guenon - El simbolismo de la Cruz - Luni Editrice - 1999
  • Renè Guenon - Iniciación y realización espiritual - Luni Editrice - 1997
  • Renè Guenon - El hombre y su devenir según el Vedanta - Adelphi - 1997
  • Renè Guenon - La gran tríada - Adelphi - 1991
  • Renè Guenon - Tradición y tradiciones - Ediciones Mediterráneas - 2003
  • Renè Guenon - Escritos sobre esoterismo islámico y taoísmo - Adelphi - 1997
  • Renè Guenon - Símbolos de la ciencia sagrada - Adelphi - 1990
  • Renè Guenon - Estudios sobre el hinduismo - Luni Editrice - 1996
  • Jeanne Hersch - El nacimiento de Eva. Ensayos y cuentos - Interlinea Edizioni - 2000
  • Adolf Ellegard Jensen - Cómo una cultura primitiva concebía el mundo - Einaudi Scientific Editions - 1952
  • Karoly Kerenyi - Mitos y misterios - Bollati Boringhieri - 1996
  • Annabella Lampugnani - El ciclo en el pensamiento griego hasta Aristóteles. Evolución histórica de una idea y sus implicaciones teóricas - La nuova Italia editrice - 1968
  • Martin Lings - Creencias antiguas y supersticiones modernas - El león verde - 2002
  • Gianluca Marletta - Neoespiritualismo. La otra cara de la modernidad - Il Cerchio - 2006
  • Meister Eckhart - Comentario sobre Génesis (editado por Marco Vannini) - Marietti - 1989
  • Giovanni Monastra - Ananda K. Coomaraswamy: del idealismo a la tradición - en: Future Present, n. 3 - 1993 (luego en el sitio EstOvest - dirección web:http://www.estovest.net/prospettive/akcoomar.html )
  • Clara Negri - Lilith la Luna Negra en astrología - New Horizons - 1993
  • Honorio de Ratisbona - Qué es el hombre - El león verde - 1998
  • Elaine Pagels - Adán, Eva y la serpiente - Arnoldo Mondadori Editore - 1990
  • Rosalba Piazza - Adán, Eva y la serpiente - La luna - 1988
  • Daniela Puzzo - El árbol, la serpiente, la manzana - en: Vie della Tradizione, n. 119 - julio / septiembre de 2000
  • Fabio Ragno - Iniciación a los Mitos de la Historia. Fragmentos de una historia perdida - Ediciones Mediterráneo - 1999
  • Michel Random - Tradición y vida - ECIG - 1989
  • Don Carlo Rusconi - La serpiente antigua - El diablo. Notas de lectura del Génesis, 3 - en: I Quaderni di Avallon, n. 19, “El mal y el diablo” - enero / abril 1989
  • Frithjof Schuon - De lo divino a lo humano - Ediciones Mediterráneas - 1993
  • Frithjof Schuon - Imágenes del Espíritu - Ediciones Mediterráneas - 2006
  • Frithjof Schuon - El ojo del corazón - Ediciones Mediterráneas - 1982
  • Frithjof Schuon - Hombre y certeza - Borla - 1967
  • Giuseppe Sermonti - El mito de la gran madre. De las amígdalas a Catal Huyuk - Mimesis - 2002
  • Roberto Sicuteri - Lilith, la luna negra - Astrolabio – Ubaldini - 1980
  • Lario Sinigaglia - La guadaña de Cronos. La separación entre hombre y mujer en el mito griego - Armando Editore - 2009
  • Giancarlo Stival - El pecado original y los mitos greco-romanos - en: Sacra Doctrina, vol. 5, año XXXI - Septiembre / Octubre 1986
  • Michel Valsan - Sufismo y hesicasmo. Esoterismo islámico y esoterismo cristiano - Ediciones Mediterráneo - 2000
  • LMA Viola - Israel, Cristo y Roma. Misterio de Israel y Misterio de Roma. La escatología universal y el Reino Divino - en: Saturnia Regna, n. 42 - 2005 - Victrix
  • Jean Marc Vivenza - Diccionario Guenonian - Ediciones Arkeios - 2007
LEA TAMBIÉN  "La Tierra de los Anunnaki"

2 comentarios en "La bipolarización sexual, lo "femenino" y el advenimiento de la corporeidad humana"

Deja un comentario

Il tuo correo electrónico indirizzo no sarà publicado el. Los campos necesarios están marcados *