“En el muro del tiempo”: las profecías de Ernst Jünger sobre la Era de los Titanes

Hace 125 años, el 29 de marzo de 1895, nació en Heidelberg Ernst Jünger, uno de los pensadores más importantes y originales del breve siglo. Han pasado sesenta años desde la publicación de su obra "En el muro del tiempo" que, releída hoy, no puede sino asombrarnos por la puntualidad de las profecías que contiene sobre el mundo venidero, el mundo en el que nos encontramos viviendo hoy: desde la figura paradigmática del "soldado desconocido" hasta el advenimiento del llamado "hombre-masa", pasando por el fenómeno de la "desaparición de las fronteras" y llegando finalmente a destacar la obra de destrucción de los ritmos naturales en los que el hombre siempre se ha insertado, logrado por medio del "titanismo" de la Ciencia.


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portada: Rudolf Schlichter, retrato de Jünger

Ya hemos señalado, en primer artículo dedicado a la obra de Ernst Jünger En el muro del tiempo, publicado en 1959, la capacidad del susodicho de haber sabido leer la crisis del mundo moderno a la luz de la llamada cuestión historiográfica. Para ello hemos relacionado algunas de sus intuiciones con las de otros autores (Eliade, Guénon, Evola, Spengler), atribuibles a grandes rasgos a la línea de pensamiento del llamado Tradicionalismo. En este segundo artículo nos centraremos en lo que podríamos definir como real profecías sobre el camino descendente que tomaría la sociedad occidental en el acto de acercarse a ese hito histórico que Jünger llama el "Muro del Tiempo". Profecías que, como veremos, suenan hoy, sesenta años después de su formulación, con una precisión que desarma.

En una de estas profecías, Jünger había previsto que "por medio de tratados, firmados ya sea sobre la base de un entendimiento pacífico, o por medios coercitivos, o de ambas maneras, [se] sancionaría la unidad del mundo" [§93 ]. Este superestado y organismo supranacional, a su juicio, habría sacado fuerza de los propios estados individuales, que habrían "renunciado [t] a ciertos sectores de su soberanía, que se desmantelan en favor de la sociedad, de sociedades humanas»[§93]. “Las fuerzas democráticas prevalecerán sobre las demás, en todos los niveles: desde el gobierno mundial hasta las células más pequeñas, hasta la familia”; el peligro de guerra entre naciones disminuye pero el de guerras civiles y conflictos raciales aumenta [§179].

Alternativamente, argumenta Jünger, este gobierno mundial podría lograrse a través de una tercera gran guerra, al final de la cual "una sola potencia tendrá la soberanía y el equipo adecuado"; el autor llega a afirmar que si «en la primera guerra mundial se eliminaron las monarquías, en la segunda los estados nacionales, quedando intacta la tercera sería sólo una de las grandes áreas continentales» [§93]. En resumen, vendrá a surgir un nuevo estado, «promovido en nombre de la humanidad y en nombre de la humanidad combatida; un estado que básicamente cuestiona y cambia el concepto mismo de humanidad” [§153].

Y de  ya que “palabras como guerra y paz cambian, es probable que más allá del muro del tiempo cambien también palabras como 'Estado'. Probablemente el Estado Mundial indicará una estado, una estación de la que no se puede predecir ni la forma ni la duración»[§165]. «A partir del año 40, entonces -dice el autor en otra parte [§XNUMX]- deberíamos vivir en una era de paz mundial, en ciudades inmensas, rodeados de obras de arte helenísticas y disponiendo de una técnica poderosa y perfeccionada. Por primera vez habría una sola mano para sujetar el globo terrestre; ya no habría 'márgenes' en el sentido antiguo». Teniendo esto en cuenta, en un mundo sin estados, la ciudadanía mundial simplemente se convertirá en una estado, con la consecuencia -añadimos- de que los ciudadanos de los estados que se opondrán a su advenimiento serán de facto considerado como parte de una especie de "mundo de segundo nivel", ahora considerado "fuera de la historia". Nietzsche, por otro lado, como señala Jünger, ya había previsto la creación de un Estado mundial, pero también había predicho su inevitable declive.

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El soldado desconocido

En todo caso, los objetivos fundamentales del "Nuevo Orden Mundial" incluirán el de "Limitación de la vida heroica, y de los lazos que la siguen, en favor del desempeño productivo" [§153]. Con respecto al primer punto, piense solo en la guerra en el mundo moderno; como señala F. Volpi [ 1 ]:

«La perspectiva de Jünger desquicia las interpretaciones tradicionales de la guerra para mostrarnos el fenómeno en estado puro. Donde otros vieron entonces la lucha por la patria, los intereses del capitalismo o las reivindicaciones del chovinismo, él capta 'Sexperiencia primaria en que vida descubre sus cartas, en las que, en su peligrosa inclinación hacia la nada sin sentido, manifestar su esencia más profunda y contradictoria. »

En la economía de esta visión jüngeriana, la El soldado desconocido, paradigma del hombre en constante lucha con los demonios impersonales de esta edad oscura, no es un definible stricto sensu un héroe, incapaz de presumir de una personalidad o individualidad bien definida. No épico habla de sus obras; "No tiene nombre y, al fin y al cabo, no tiene patria". Él es simplemente "un hijo de la tierra, un oscuro reducir, no es ni fundador ni constructor; más bien, es el que fecunda a la Madre Tierra»[§52], es decir Kālī el Negro, "La que tiene dominio sobre el devenir". La imagen de la Gran Madre que, marcando el paso de los siglos con su danza frenética hasta el momento de la explosión definitiva, que tendrá lugar en muro de tiempo, vuelve en otros tiempos, entre líneas, en esta excepcional obra jüngeriana, muy influida por la concepción cíclica de la historia en las tradiciones antiguas.

El arquetipo del soldado desconocido como representación del hombre moderno permeó la filosofía jüngeriana desde la década de XNUMX; ya de eso El trabajador, El nuestro reconocía la existencia de procesos propios de la guerra incluso en tiempos de paz, a lo largo de la existencia moderna altamente mecanizada de las metrópolis alienantes, que apuntaba, como bien resumió Evola, a [ 2 ]:

"[...] golpear al individuo y suplantarlo con un 'tipo' impersonal y reemplazable caracterizado por una cierta uniformidad - rostros de hombres y mujeres asumiendo el carácter de máscaras, 'máscaras de metal en uno, máscaras cosméticas en el otro'; en los gestos, en la expresión, algo así como una 'crueldad abstracta', en correlación con el espacio cada vez mayor que ocupa en el mundo actual todo lo que es tecnificación, número y geometría y todo lo que se refiere a vínculos objetivos. "

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El soldado desconocido, el 'Sin Nombre', también aparece en Tratado del Rebelde (1951), ensayo en el que Jünger lo describe como "Un héroe, un domador de mundos en llamas, capaz de soportar enormes cargas en medio de la devastación mecánica", "digno descendiente de la caballería occidental" [ 3 ]. Por su parte, Evola, repasando Horas fatídicas europeas (1936) de KA Rohan unos años después del lanzamiento de El trabajador por Jünger, escribió, ciertamente influenciado por la imagen del soldado desconocido [ 4 ]: "Incluso en una historia despiadada de exterminio operada principalmente por fuerzas mecánicas e impersonales, similares a las fuerzas telúricas desatadas, es posible un heroísmo: un heroísmo colectivo y anónimo más que personal y luminoso, el heroísmo que se puede tener en el caos de una catástrofe sin esperanza». Notas de F. Lamendola que, al final de la Primera Guerra Mundial [ 5 ]:

"Desmovilizado tras la derrota de Alemania en 1918, [Jünger] exalta una nueva figura de héroe trágico, el Trabajador, tal como había exaltado la del luchador, el hombre de la era de la tecnología, que (según la profecía de Oswald Spengler ne El ocaso del Oeste) aún es capaz de arrebatar algún destello de luz corrompida a la crisis irreversible de la civilización europea, sobre el fondo del humo de las chimeneas y de las masas futuristas enloquecidas por el movimiento, por la actividad, por la rebelión - singular mezcla de motivos socialistas de la lucha de clases, anarquistas de la revuelta contra todas las autoridades y ultranacionalistas de la tierra y la sangre. "

Es una pregunta, retomando el discurso desarrollado en otros capítulos de En el muro del tiempo, de los llamados prueba iniciática, individual y colectivo, que según Jünger debió enfrentarse a la civilización europea a partir de ese momento: evidencia de la llamada "regresión en el Caos", en lo indiferenciado, el descenso al Inframundo poblado por poderes titánicos, gigantes y formas proteicas, hijos de Gea, los Mater oscuro. ES la "Larga Noche del Alma" que, en la visión pesimista de la última Eliade -que remite a la literatura chamánica de los pueblos arcaicos-, Europa deberá afrontar, como "tragada por un monstruo", masticada, descuartizada y reconstruida. -compuesto.

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El advenimiento del hombre-masa

Con conceptos similares, Evola expresó las mismas preocupaciones, reconociendo en elintegración en un mecanismo supraestatal y supracultural fagocitante, a saber, en el "Desintegración del individuo en el llamado colectivo", "La eliminación en el hombre de todo lo que tiene valor de personalidad autónoma"; entre los medios utilizados para lograr esto, el autor enumera "La mecanización, desintelectualización y racionalización de toda actividad, en todos los niveles" [ 6 ]:

« Restringiendo todo horizonte al de la economía, la máquina se convierte en el centro de una nueva promesa mesiánica y la racionalización se presenta también como una de las vías para liquidar los 'residuos' y los 'accidentes individualistas' de la era burguesa'. "

El final es, - no es difícil de entender - "La realización dehombre-masa y el materialismo integral, en todos los dominios” [ 7 ]: la "Muerte de Dios" de la memoria nietzscheana extendida de la experiencia colectiva a la individual. Evola trazó el típico ejemplo historizado de este proceso de disolución del individuo en la Unión Soviética, precisamente en la fase estalinista, durante el cual "la sociedad se convierte en una máquina en la que hay un solo motor, el estado comunista" y en el que "el hombre no es más que una palanca o rueda de esta máquina, y le basta objetar para ser inmediatamente aplastado o quebrantado por el engranaje., en el que el valor de la vida humana es nulo y se permite toda infamia […]. Es el ideal del Superestado, como inversión a la izquierda del ideal orgánico tradicional” [ 8 ].

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Sin embargo, hay que recordar que, en opinión de Evola -así como de otros tradicionalistas-, no sólo la URSS pero también los Estados Unidos [ 9 ] habría jugado un papel fundamental en la nefasta acción dirigida a derrocar la visión cultural europea que se produjo con la llegada del siglo XX: América entregada al capitalismo desenfrenado no sería más que la otra cara de la moneda del comunismo soviético, que sumaba representaría la dos cabezas del mismo Leviatán. Aunque con medios diferentes, en una inspección más cercana, las dos corrientes de la "contra-tradición" (como la definió Guénon) del siglo XX condujeron dramáticamente hacia la misma y escalofriante perspectiva: la de un mundo en el que el individuo, privado de cualquier valor más allá de su rol dentro de un sistema fagocitador, no parece diferente de una víctima sacrificial destinada a ser 'aplastada' por el Sistema a través de la activación perpetua de sus gigantescos engranajes.

La acción conjunta de estas dos corrientes dentro del "plan de subversión mundial" conducirá, según Evola [ 10 ], al Armagedón social, juzgado necesario por los agentes de la contrainiciación para que la última fase de la involución se realice plenamente hasta la cuarta y última casta, la masa informe, que conducirá por tanto a la"Advenimiento de una humanidad colectivizada", sobre la que gobernará lo que en la antigua India se consideraba la tercera casta: la de los vaishya, o comerciantes. De modo que [ 11 ]:

«[…] Aunque no se produzca la catástrofe temida por algunos en relación con el uso de las armas atómicas, al cumplimiento de todo este destino este civilizacion de titanes, de metrópolis de acero, cristal y hormigón, de masas pululantes, de álgebras y máquinas que encadenan las fuerzas de la materia, de los gobernantes de los cielos y océanos, aparecerá como un mundo que oscila en su órbita y gira para disolverse de ella para alejarse y perderse permanentemente en los espacios, donde ya no hay luz, de la izquierda iluminada por la aceleración de su propia caída. »

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El crecimiento de la población y la razón de la "fatiga cósmica"

Cabe señalar que, volviendo a Jünger, este proceso de uniformidad de las masas está estrictamente ligado a la necesidad, sentida por los 'pisos superiores' de la pirámide social, de aumentar la producción más allá de todos los límites; esto conduce inevitable y fatalmente -y conducirá cada vez más- a una "Abrupto aumento demográfico del planeta" [§155]. Está claro para todos cómo sucedió esto realmente: la población mundial desde el lanzamiento de En el muro del tiempo a la fecha casi se ha triplicado.

Un chico aumento repentino e imparable de la población, nos llama la atención, es tradicionalmente vinculado al fin de los ciclos y la llegada de las catástrofes: en los mitos andinos se dice que Viracocha exterminó a los gigantes que se habían reproducido hasta ocupar toda la tierra; en el Mahābhārata Indian, la tierra personificada en la diosa Prthivī, le pide a Brahmā que reduzca el número de criaturas ya que no puede soportar el peso que ahora se ha vuelto insostenible; los guaraníes de Mato Grosso piensan que la naturaleza es "vieja y cansada de vivir" y sus sueños varias veces curandero he oído a la tierra suplicar: “He devorado demasiados cadáveres, estoy lleno y agotado. ¡Padre, que esto acabe!”. [ 12 ].

Este es el motivo eliadiano de la "fatiga cósmica": el tema de la tierra oprimida por el peso de la humanidad proliferó en exceso, sin ninguna restricción de los equilibrios cósmicos y naturales del planeta huésped.  En todos estos mitos, la Tierra ruega al dios creador que la libere del peso de una población que no deja de multiplicarse [ 13 ]; la deidad uránica, invocada, enviará un cataclismo purificador, en forma de inundación/diluvio o destrucción a través del fuego (ekpirosis). La ocurrencia de tal catástrofe indicaría, como afirma Jünger [§92], “no sólo que el orden ha sido perturbado, sino también que […] quiere ser restaurado”; en otras palabras: no solo el final de un ciclo, sino también el comienzo del siguiente.

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"El hombre-que-no-tiene-tiempo"

En esta caótica orgía el individuo, como un títere en manos del Leviatán, sufre una mutación prácticamente Darwiniano, convirtiéndose en "el hombre que no tiene tiempo", que escapa a "lo que es la culminación del trabajo" [§23], es decir, "no trabajo", o -podríamos decir heliádicamente- la capacidad de salir del tiempo histórico-profano y acceder al tiempo sagrado. De este «tiempo sagrado», escribe Jünger: «Las religiones enseñan que este tiempo es nuestro verdadero campo para cultivar, que este tiempo pueda ser llevado a su plenitud y plenitud de manera fecunda. Y en esto están de acuerdo, independientemente de si hipotetizan el fin de los tiempos o un retorno "[§181]. Este "tiempo sagrado" es el equivalente demal tiempo eliadiano, el verdadero el tiempo, que es un instante estático eso no fluye: el instante en el alba de la creación misma, que el individuo sólo puede experimentar con una huida del tiempo histórico y profano.

Faltando ya casi por completo la relación con este "tiempo sagrado", la sociedad actual formada por muchos "hombres que no tienen tiempo" y que desconocen el valor del no trabajo se configura en definitiva como una prisión desde la que es imposible escapar en este sentido Jünger probablemente estuvo de acuerdo con la conocida afirmación de Evola según la cual [ 14 ]:

« Si alguna vez ha habido una civilización esclavista a gran escala, esta es exactamente la civilización moderna. […]. Y como la visión moderna de la vida, en su materialismo, ha privado al individuo de toda posibilidad de darle a su destino algo trascendente, de ver en él una señal y un símbolo, así la esclavitud de hoy es la más oscura y desesperada de todas. nunca conocido Por lo tanto, no es sorprendente que en las masas de esclavos modernos fuerzas oscuras de la subversión mundial han encontrado un instrumento fácil y obtuso para la consecución de sus objetivos: mientras que donde ya ha triunfado, en los llamados "campos de trabajo" interminables lo vemos utilizado metódicamente, satánicamente esclavización física y moral del hombre a los efectos de una colectivización y la erradicación de cualquier valor de la personalidad. "

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Rudolf Schlichter, “Retrato de Ernst Jünger”, 1929

La desaparición de las fronteras y la nomos

En ese escenario, según Jünger, el fenómeno que definió también será fundamental "Desaparición de fronteras" [§149]:

«[…] No sólo como fenómeno, sino en su sentido mismo, en su valor intrínseco. Y con ellos el nomos, el poder designado para salvaguardarlos. Aquí, y no en la amenaza física, hay que buscar el abismo de ese estremecimiento que se apodera del hombre ante la visión de la creación de Proteo. En esto presagia más que la mera destrucción de la forma creada, que además la muerte también destruye, presagia los heraldos de un ataque generado desde el fondo original. Es el mismo escalofrío que lo asalta al ver a la serpiente. "

También hay que subrayar cómo Jünger pone límites, dioses tutelares de lo mismo y de la forma en relación unos con otros: los dioses tutelares son a su juicio no sólo garantes de los límites territoriales, sino también de la forma: "por eso los dioses no toleran incluso seres caóticos y caóticos, la deformidad monstruosa de los gigantes "[§149], o los poderes míticos inferiores. Debido a esto, una vez que hayan desaparecido las fronteras, una vez que se hayan derrumbado las barreras entre lo lícito y lo ilícito, esto dará luz verde a los "seres caóticos y caóticos": en ese punto solo nos quedará escuchar el Cuerno Resonante de Heimdallr y ver el advenimiento definitivo del Ragnarokkr.

Durante los próximos tiempos "La ley se relajará, la referencia al padre se volverá gradualmente más débil y, en última instancia, incluso absurda" [§173]: así el nuestro prevé el derrumbe de la sociedad patriarcal y de todas las "fronteras" y "barreras" que ha levantado, en favor de una sociedad matriarcal fundada en el aplanamiento demográfico: “Los lazos de derecho paterno deberán perder fuerza en favor de los de derecho materno” [§179]. En este escenario caracterizado por la desaparición de la nomos ya partir de la caída de la distinción entre el bien y el mal, no será de extrañar que "la pena de muerte pierda su razón de ser, mientras florezca el asesinato sin motivo" [§179].

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Horst Janssen, “Retrato de Ernst Jünger”, 1990

Por tanto, no sólo los límites territoriales, sino también los legales serán objeto de revisión: el discernimiento entre lo lícito y lo ilícito se hará cada vez más imperceptible. Un fenómeno paradigmático de este nuevo escenario serán los cada vez más numerosos conflictos que surgirán en el mundo del derecho: “La naturaleza está a punto de romper incluso las barreras de la ley; cada vez son más frecuentes los casos en los que priman las consideraciones técnicas y biológicas sobre las jurídicas” [§145]. Por ejemplo, el autor se refiere al peligroso terreno de la experimentación genética cuando se refiere a la "emoción que se apodera del hombre al ver la creación de Proteo", siendo este último, según el mito, una divinidad marina con un híbrido naturaleza, mitad hombre y mitad pez.

En otro lugar, Jünger también se refiere a la cuestión de fertilización artificial como algo que "es presentado por la ciencia y aceptado por la conciencia común" [§150]: esto, por supuesto, será una vez más una consecuencia directa del progresivo y cada vez más acelerado empobrecimiento de nomos, es decir, de "convertirse en la tierra sin fronteras", entendida como hemos visto tanto en un sentido físico como jurídico, e incluso ontológico. Nuestro también subraya el carácter absolutamente nuevo - y claramente titánico - del "Experimentos que afectan la economía geológica, e incluso cósmica", afirmando que "el hombre nunca había tomado la voluntad de hacer algo similar" [§122]: influir en el clima, en antiguas tradiciones, era prerrogativa de esferas "sobrehumanas y sobrehumanas": titanes y demonios, y más tarde "brujas y hechiceros". En el mundo venidero, los gobiernos y los ejércitos intervendrán cada vez más en él, utilizando las armas de la ciencia racionalista., que por lo tanto parece haber tomado solo la ambición titánica de controlar los elementos de la tradición mágica y "brujería", eliminando efectivamente todo lo que podría ponerle límites religiosos.

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Francisco Goya, “El Coloso”, 1918-25

Las fuerzas del inframundo de la civilización de las máquinas.

Guénon no tenía otra opinión [ 15 ]que fue uno de los primeros en destacar el peligro de la "velocidad cada vez mayor" de los inventos, debido al hecho de que "poner en marcha forzar, cuya verdadera naturaleza es completamente desconocida para aquellos que los usan ellos mismos; y esta ignorancia es la mejor prueba de la nulidad absoluta de la ciencia moderna en cuanto a su valor explicativo, es decir, como conocimiento” [ 16 ]. Las consecuencias de acciones tan arrogantes, en un futuro más o menos cercano, sólo pueden ser desastrosas, ya que [ 17 ]:

« Quien desató las fuerzas brutas de la materia, perecerá aplastado por esas mismas fuerzas, de las que dejó de ser verdaderamente dueño desde el momento en que imprudentemente las puso en movimiento. y del cual ni siquiera puede presumir de detener indefinidamente la marcha fatal. "

En estos términos, la cruzada científico-mecanicista occidental toma los contornos de una verdadera marcha loca hacia el inframundo, entendido no solo en un sentido involutivo/descendente sino también míticamente como un lugar más, una especie de horno en el que yacen adormecidas fuerzas titánicas y ciclópeas que el hombre por desgracia ha despertado "sin haber subido más allá de la materia". Esta observación se hizo treinta años antes de la publicación de En el muro del tiempo del poeta del horror cósmico HP Lovecraft, En cual una carta a James Ferdinand Morton (19 de octubre de 1929) se convirtió en un apasionado filipina contra la "civilización estandarizada y rígidamente programada de las máquinas", afirmando que [ 18 ]:

«¿Quién piensa que el hombre vive por medio de ragione y que es perfectamente capaz de controlar los efectos y consecuencias de las cosas que inventa, sostiene una posición que la psicología demuestra superada. Por un tiempo, el hombre puede realmente usar máquinas, pero después de un tiempo mentalmente se acostumbra a la mecanización y el estado de dependencia de la máquina llega a ser tal que son las máquinas las que usan al hombre. - aplastándolo en su perfecta eficacia y en su exactitud absolutamente inútil de acción y pensamiento. "

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Mircea Eliade, por su parte, en Artes del metal y alquimia (1956) denuncia la carácter titánico inherente a la aceleración de la ciencia moderna, yendo tan lejos como para teorizar que [ 19 ]:

“En el siglo XIX, dominado por las ciencias fisicoquímicas y el despegue industrial, el hombre vino a reemplazar al Tiempo, en sus relaciones con la Naturaleza. Entonces, en proporciones hasta ahora inimaginables, su deseo de precipitar los ritmos temporales, a través de una explotación cada vez más rápida y eficaz de las minas, los yacimientos de carbón, los recursos petrolíferos […]. Quedó así demostrado, por primera vez, cómo esto es posible abolir el Tiempo, preparar sustancias en el laboratorio y en la fábrica en cantidades tales que la Naturaleza hubiera tardado milenios en obtenerlas. »

Eliade interpreta todo esto como una grave violación del "ritmo cósmico", que da lugar a un "tiempo abstracto" (frase que también usa Jünger), artificial, acelerado y "comprimido": tales son las características de la propia sociedad occidental moderna. frithjof Schuon era de la misma opinión que Eliade, ya que escribió que "Al rechazar o perder las medidas celestes, el hombre se ha convertido en víctima del tiempo: al inventar las máquinas que devoran la duración, el hombre ha escapado a la paz del espacio y se ha lanzado a un vórtice sin salida" [ 20 ]. Al abordar el tema del advenimiento de la era mecanizada, advirtió al lector del riesgo cada vez mayor de deshumanización en un mundo cada vez más dominado por las máquinas. [ 21 ]:

« La máquina transpone la necesidad de felicidad en un nivel puramente cuantitativo, que no está relacionado con la calidad espiritual del trabajo; le quita al mundo su homogeneidad y transparencia y desliga al hombre del sentido de la vida. "

Él no era de opinión diferente guenon, cuando escribió que "queriendo dominar [...] la materia y doblegarla a sus fines, los hombres, [...] sólo han logrado hacer de ella esclavos; no sólo limitaron sus ambiciones intelectuales [...] a inventar y construir máquinas, sino que terminaron convirtiéndose ellos mismos en máquinas” [ 22 ]. Jünger, por su parte, con respecto al progreso científico y tecnológico, habla de la “flota de maquinas en el que están transformando el mundo "[§43], destacando sus características desagradables monotonía, livellamento e desencanto, “sin tener en cuenta el potencial destructivo que poseen las máquinas en tiempos de guerra y de paz”. El entusiasmo del hombre moderno ante los espejismos de la ciencia y la tecnologíarecuerda en definitiva al filósofo”el asombro de los salvajes a los que se les muestran espejos, relojes y armas de fuego, objetos que ahora despiertan el incanto en punto Terrore en su alma Y ofrece los frutos de su tierra, sus ornatos, se hace Schiavo, para poseerlos "[§43].

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Nota:

[ 1 ] F. Volpi, Jünger, una vida vivida como experiencia primordial

[ 2 ] J.Evola, montando el tigre, P. 105

[ 3 ] E. Junger, Tratado del Rebelde, §dieciséis

[ 4 ] J.Evola, el mundo al revés, P. 74

[ 5 ] F. Lamendola, Ernst Jünger. Testigo inquieto de nuestro tiempo

[ 6 ] J.Evola, Rebelión contra el mundo moderno, P. 420

[ 7 ] Ibíd., pág. 422

[ 8 ] Hay aquí una referencia a la doctrina de la sinarquia, defendida entre otros por el marqués JA Saint-Yves d'Alveydre -una especie de término medio entre un ocultista y un filósofo político-, quien argumentó que el Estado debe ser "tratado como un ser vivo, con una élite espiritual e intelectual como el cerebro, y el tronco y las extremidades - los trabajadores, soldados y técnicos - listos para cumplir sus órdenes "[W. Kafton Minkel, Mundos subterráneos, pags. 237]. Esta doctrina también fue muy valorada por muchos tradicionalistas del siglo XX, entre ellos Evola, que fue capaz de escribir [Sobre la caída de la idea de Estado in apolitia, pags. 52]: «La idea básica […] es la de un Estado no sólo como organismo, sino también como organismo espiritualizado […]. Se trata pues de una jerarquía político-social de fundamento esencialmente espiritual, en la que cada casta o clase correspondía a una determinada forma típica de actividad y a una función bien determinada en el conjunto […] Así, por ejemplo, en el La tradición védica hace que las cuatro castas correspondan a las cuatro partes fundamentales del 'cuerpo' del 'hombre primordial'".

[ 9 ] "América también - escribió Evola [Rebelión contra el mundo moderno, pags. 424]-, en el modo esencial de considerar la vida y el mundo, creó una 'civilización' que representa la contradicción precisa de la antigua tradición europea. Ha introducido definitivamente la religión de la práctica y de la ejecución, ha colocado el interés por el lucro, por la gran producción industrial, por la realización mecánica, visible, cuantitativa, por encima de cualquier otro interés. Dio lugar a una grandeza desalmada de carácter puramente técnico-colectivo, desprovista de todo trasfondo de trascendencia y de toda luz de interioridad y verdadera espiritualidad; también se ha opuesto a la concepción, en la que el hombre es considerado como cualidad y personalidad en un sistema orgánico, a aquella en la que se convierte en mero instrumento de producción y rendimiento material en un sistema conformista conglomerado». Más adelante [Ibíd., pág. 428] agrega: "En la desconcertante grandeza de las metrópolis americanas donde el individuo -'nómada del asfalto'- se da cuenta de su nulidad ante el inmenso reinado de la cantidad, los grupos, los trusts y los estándares omnipotentes, los extensos bosques de rascacielos y fábricas, mientras los gobernantes son encadenado a las mismas cosas que domina, en todo esto el colectivo se manifiesta aún más, en una forma aún más anónima, que en la tiranía ejercida por el régimen soviético sobre elementos a menudo primitivos y abúlicos».

[ 10 ] J.Evola, Rebelión contra el mundo moderno, P. 432

[ 11 ] Ibíd., págs. 432-3

[ 12 ] Señor Eliade, Mito y realidad, pp. 84-5

[ 13 ] L. Sanjakdar, Mircea Eliade y la tradición, P. 293

[ 14 ] J.Evola, Rebelión contra el mundo moderno, Pp-143 4

[ 15 ] Evola escribió en la introducción a la primera edición italiana de La crisis del mundo moderno (1937): «En ningún autor moderno está la rebelión contra nuestra civilización materialista, científica, democrática, contra un orden 'occidental', que en realidad no era más que un desorden mal organizado y que llevaba en sí mismo el principio de las crisis más trágicas».

[ 16 ] R. Guénon, La crisis del mundo moderno, P. 142

[ 17 ] Ibíd., pág. 147

[ 18 ] HP Lovecraft. El horror de la realidad, P. 146

[ 19 ] Señor Eliade, Artes del metal y alquimia, P. 160

[ 20 ] F. Schuon, Vislumbres de mundos antiguos, P. 33

[ 21 ] Ibíd., págs. 20-1

[ 22 ] R. Guénon, La crisis del mundo moderno, P. 139


Bibliografía:

Mircea ELIADE, Artes del metal y alquimia (Bollati Boringhieri, 1987)

Mircea ELIADE, Mito y realidad, Borla, Turín 1966

Julio EVOLA, Apolitia. Escritos sobre "orientaciones existenciales" 1934-1973, editado por R. Paradisi (Fundación Julius Evola, Roma; Controcorrente ed., Nápoles, 2014)

Julio EVOLA, montando el tigre (Mediterráneo, Roma, 2012)

Julio EVOLA, El mundo al revés. Ensayos críticos y reseñas 1923-1959, editado por Renato Del Ponte (Arya, Génova, 2008)

Julio EVOLA, Rebelión contra el mundo moderno (Mediterráneo, Roma, 1984)

René GUENON, La crisis del mundo moderno (Mediterráneo, Roma, 2015)

Ernst JÜNGER, En el muro del tiempo (Adelphi, Milán, 2012)

En serio JÜNGER, Tratado del Rebelde (Adelphi, Milán)

Walter KAFTON-MINKEL, Mundos subterráneos. El mito de la Tierra Hueca (Mediterráneo, Roma, 2012)

Francisco LAMENDOLA, Ernst Jünger. Testigo inquieto de nuestro tiempo (Centro Studi La Runa, 21 de mayo de 2010)

HP LOVECRAFT. El horror de la realidad. La cosmovisión del fantástico renovador narrativo, editado por G. de Turris y S. Fusco (Mediterráneo, Roma, 2007)

Lara SANJAKDAR, Mircea Eliade y la Tradición. Tiempo, mito, ciclos cósmicos (El Círculo, 2013)

Frithjof SCHUON, Vislumbres de mundos antiguos (Mediterráneo, Roma, 1996)

F. ranco VOLPI, Jünger, una vida vivida como experiencia primordial (Centro Studi La Runa, 7 de diciembre de 2011), extraído de República, Noviembre 2 2000


11 comentarios en "“En el muro del tiempo”: las profecías de Ernst Jünger sobre la Era de los Titanes"

  1. Las más calurosas felicitaciones al autor de los dos últimos artículos. Fue una rara emoción leerlos. El redescubrimiento de Eliade también es muy interesante.
    Realmente gracias al autor.

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