Consideraciones sobre la cuestión del jerolenguaje en la Edad Media (II)

En su camino milenario, la filosofía cristiana medieval se encuentra frente a las cuestiones de la creación del universo a través del Verbo divino, de la lengua adámica y de la confusión posbabélica a la que se atribuye la multiplicidad de lenguas humanas. A pesar de la adhesión dogmática al canon bíblico y a las referencias platónicas y aristotélicas fundamentales, aportes importantes a este estudio provendrán por un lado de la doctrina esotérica del judaísmo, la Cábala, por otro lado de la obra de Dante Alighieri.

di Jari Padan

Portada: Giovanni Di Paolo, rosa celeste (La Divina Comedia, Paraíso, Canto LVII), hacia 1400; parte 2 de 2

(sigue de la parte 1)

la cábala

Sin embargo, el occidente cristiano se habría ocupado del hebreo en la época humanista y renacentista, y esto sucederá gracias a lo ocurrido en las comunidades judías europeas a partir de la Edad Media. Es precisamente en los centros del judaísmo de los siglos XII y XIII (especialmente en la comunidad sefardí de la España arabizada y Provenza, pero también en Renania e Italia) donde doctrina de la Cabalá (o Cábala), la corriente heterodoxa del misticismo judío fundada en interpretaciones exegéticas y simbólicas específicas del texto de la Torá, y en 'la idea misma de que la creación del mundo es un fenómeno lingüístico. El término en sí se relaciona con la idea de algo que se transmite a través del lenguaje verbal, como cábala, como señalan René Guénon y Gerschom Scholem entre otros, significa literalmente "Tradición", "entrega" de alguien a otra persona, y se refiere específicamente a la patrimonio de sabiduría que habría sido transmitido oralmente por Dios a Moisés en el Sinaí; o más bien constituiría su parte esotérica, mientras que las Tablas de la Ley representan su parte oficial y ortodoxa.

Ciertamente, la tradición cabalística, tal como se manifiesta en el judaísmo medieval, denota claras denota influencias de las doctrinas neoplatónica, hermética y gnóstica profundamente arraigado en el área del Mediterráneo y Medio Oriente en los primeros siglos de la era común (y también podrían incluirse en la pregunta influencias neopitagóricas, pero René Guenón señaló cómo en las tradiciones cabalística y pitagórica, si bien ambas se basan en una importancia capital atribuida a la ciencia sagrada del número, esta última es presentada e investigada bajo formas y características radicalmente diferentes).

Paulus Ricio, Porta Lucis, 1516

Sin embargo, sus primeras manifestaciones habrían tenido lugar ya en el siglo II en las enseñanzas del rabino Simeon Bar Yochai, mientras que posteriormente, entre los siglos III y VII, existen diversas redacciones del Sepher Yetsirah, uno de los textos más antiguos de cuerpo cabalística, cuya importancia es comparable a la de la Zohar, el famoso "Libro del esplendor" escrito también probablemente en los primeros siglos, pero difundido en Europa hacia 1280. Los principales estudiosos de la doctrina cabalística medieval se mencionan en las figuras de Moshe de Leòn, Eleazar Ben Yudah de Worms y Ezra Ben Salomon de Gerona, a quienes se les atribuye la codificación de la Cábala en sentido estricto. Como muchas doctrinas tradicionales, la visión cabalística es de una complejidad y profundidad abismales; se puede decir que el cabalista estudia la Torá como si fuera un aparato simbólico, que debidamente interpretado puede restituir un esquema, en verdad infinitos esquemas, de las infinitas particiones del Ser. 

Exégesis esotérica del texto sagrado e autoritario tiene como objetivo identificar "Bajo el velo de extraños versos", a través del simbolismo de las letras del texto bíblico, de las referencias a los llamados diez Sefirot. Éstos, celebrados como las diez "luces espléndidas", diez "Emanaciones" de la Divinidad, pueden por lo tanto ser considerados como manifestaciones de lo Divino a través del proceso de emanación del Ser (en una visión por así decir, con un término inexacto y engañoso, "panteísta" pero estrictamente jerárquica, similar por ejemplo a la de esferas celestes en las doctrinas neoplatónica y gnóstica) o como atributos, aspectos internos y característicos del mismo Dios. En ambos sentidos, la Sefirot constituyen detalles "Pasos" metafísicos del cosmos, a través de los cuales el alma humana puede hacer el retorno a la Divinidad. Este ascenso místico puede darse luego de una vasta serie de prácticas ascéticas y místico-contemplativas, relacionadas con una laboriosa comprensión de las (casi infinitas) simbología numerológica de las 22 letras del alfabeto con los que se compone el texto de la Torá, que junto con los diez Sephiroth constituyen por tanto los llamados "32 caminos" hacia lo Divino.

Un ejemplo sencillo e indicativo, que interesa a la lectura numerológica cabalística, puede ser el de la primera letra de la primera palabra del texto hebreo del Génesis, es decir "Bereshit": la carta Bet, según el alfabeto hebreo, se coloca en la apertura de la historia de los Orígenes porque representa el concepto de creación y dualismo: dualismo ya que cada pequeña parte de la Creación es a su vez una pieza de una pluralidad infinita (el concepto de origen único y perfecta, de la que puede derivar todo lo consecuente, pero también múltiple e imperfecta). Sólo Dios es la unidad absoluta, y por eso el Bet abre el Torah: antes de la Creación, pluralidad infinita, sólo puede existir el Único y Absoluto, lo representado por la primera letra, Aleph.

Adam Kadmon (Hombre Universal) inscrito en el Árbol Sephirothic

El hebreo perdido de Abulafia

Además de los maestros mencionados anteriormente, encontramos entre los eruditos medievales más grandes e influyentes de la Cabalá Abraham Ben Samuel Abulafia, activo en la segunda mitad del siglo XIII en Barcelona. Abulafia sigue una singular línea de pensamiento que en algunos aspectos se acerca tanto a los principios filosóficos de Avicena como a los de Averroè (Córdoba 1126-Marrakech 1198). Mientras se distancia de la idea, común a ambos grandes autores islámicos, de la eternidad del mundo (en total contraste con la idea de una creación voluntaria por parte de Dios, y por tanto con los dictados de la tradición judía, cristiana e islámica) encontramos en Abulafia el concepto de Intelecto Activo, que es el divino, distinto y superior a cualquier otro Intelecto Pasivo, sea potencial o material. Para el erudito judío, la clave de ese Intelecto Activo y divino sólo puede ser la Torá: Abulafia, de hecho, subraya cómo en la doctrina de la Cábala la lengua (hebrea) no es concebida como un mero significante que representa un significado o un referente: si Dios creó a través de la manifestación de voces lingüísticas y signos alfabéticos, tales elementos semióticos no son meras representaciones, sino formas sobre las que se han modelado los elementos del mundo

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Aunque, históricamente, el origen del alfabeto hebreo hay que buscarlo en el antiquísimo alfabeto protocananeo (difundido en la región del Sinaí hacia el 1500 a. C.), cuya rama fenicia, durante el primer milenio antes de la era común, permitió el desarrollo tanto del el alfabeto griego y de los alfabetos arameo, paleohebreo y hebreo clásico, para la Cábala y para un erudito como Abulafia las letras divinas son los bloques de construcción del ser: con ellos se escribe la Torá, y la Torá, en una perspectiva que parece ser la misma del famoso lema hermético "como es arriba, es abajo", es un esquema del mencionado Ser. De ahí que Abulafia, alejándose de la concepción arbitraria y convencional del lenguaje típicamente aristotélica (lo que conducirá, en el ámbito escolar, a la corriente de los llamados nominalismo extremo por Roscellino et al. nominalismo moderado de Enrique de Auxerre y Guillermo de Ockam, así como retomado por el gran filósofo y médico judío Mosè Maimónides) afirma que conocer las leyes combinatorias de las letras significa tener acceso a la clave de la formación de cada lengua.

Abraham Abulafia

Para la tradición cabalística, si las leyes antes mencionadas se refieren a las letras del alfabeto, son naturalmente leyes mágicas y adivinatorias: son las técnicas de gematría, que asigna un valor numérico a cada letra, de la temur, basado en la permutación de las letras que forman palabras o frases, y del notario, la técnica de los acrósticos sagrados, de los cuales el ejemplo más famoso proviene del cristianismo primitivo y es el conocido acrónimo YCHTHIOS (Iesus Christos Theou Uios Soter). Pero, dado todo menos insignificante, Abulafia también lamenta el hecho de que su pueblo, en el transcurso del exilio posterior a la segunda destrucción del Templo (año 70 de la Era Común), olvidó y perdió esa lengua; Y el cabalista es quien estudia y trabaja por el descubrimiento del verdadero hebreo primigenio, que es la matriz de toda lengua.

Particularmente fascinante, aunque tiende a complicar aún más la cuestión, es la teoría sustentada por un discípulo del "círculo" de Abulafia. Esto argumentaría que el antes el lenguaje hablado por Adán habría sido tan divino como humano, pues nació de una alianza entre el Señor y el hombre; el Progenitor más tarde idearía un lenguaje natural utilizado entre él, Eva y sus hijos. La confusión de Babel, siendo mucho más tardía, implicó este lenguaje "oficial" y exotérico, aunque antiguo; pero el jerolenguaje original de Adán, en realidad, habría sido guardado por uno solo de sus descendientes lejanos, o por Seth, una figura enigmática del linaje de Noachite.

No se sabe si Abraham Ben Samuel Abulafia logró su búsqueda personal, la de reconstruir el lenguaje divino con el que tuvo lugar la Creación, con el que Dios habló con Adán, que fue transmitido a Set y que permanece perennemente silencioso y oculto entre los signos de la Torá. Pero en cambio es probable que, a través de la difusión de sus teorías entre los judíos italianos, y en particular con ciertos intelectuales en contacto con laélite activo cultural en la Universidad de Bolonia, las teorías antes mencionadas habrían sido tenidas en cuenta por cierto joven poeta florentino.

bronzino, Retrato alegórico de Dante Alighieri

Dante

Dante Alighieri, que con toda probabilidad se quedó en Bolonia a finales de los años ochenta del siglo XIII, asistiendo más a las escuelas de retórica que a las de derecho, en un período que va de 1304 a 1307 es un exiliado político de Florencia, condenado a la hoguera en rebeldía . En estos años el Poeta atravesó el norte de Italia en continuos vagabundeos (en Brescia en la corte de Corrado da Palazzo, en Treviso en la familia Da Camino, luego nuevamente en Bolonia por su amigo, también exiliado, Cino da Pistoia...), y es en este período cuando inicia la redacción de la obra que lo consagrará poeta supremo.

Sólo el Divina Comedia, en su inconmensurable variedad y profundidad cultural de obra universal por definición, además de las evidentes y conocidas referencias a los ilustres modelos homéricos, virgilianos, ovidianos, etc., denotarían inspiraciones de matriz islámica (como subraya Miguel Asín Palacios y sobre todo René Guénon en el suyo El ésotérisme de Dante, 1925). Esto se ha argumentado a la luz de ciertas similitudes, que acercarían el camino sobrenatural imaginado por Dante al que habría emprendido Mahoma en el llamado Noche del destino en el que tuvo la Revelación divina (mencionado en las suras XVII y LIII del Corán); además, las investigaciones de Guénon y, más recientemente, de Maria Corti y Sandra Debenedetti Stow han mostrado cómo surgirían, especialmente en el Paradiso, referencias a la simbología cabalística. 

En este período de la primera década del siglo XIV, Dante se dedica a escribir otras dos obras de capital importancia: el De la elocuencia vulgar y Convivio. Si en el caso de la Convivio estamos ante el primer tratado filosófico escrito en lengua vernácula florentina después de siglos de latín y griego (casos comparables se dan sólo con las obras en lengua vernácula catalana de Ramondo Llull y con el Tesoro del famoso "maestro" del mismo Dante, Brunetto Latini), con De la elocuencia vulgar tenemos el primer texto en el que la Edad Media cristiana se enfrenta a un proyecto orgánico de buscar un lenguaje perfecto. Texto que se abre con la constatación evidente de que la actual pluralidad de lenguas vulgares habladas en Italia y en Europa se contrapone a las nobles y autoritario fijeza del latín, modelo indiscutible de la gramática universal y, desde el punto de vista del tiempo, artificial (pues se creía que había sido especialmente concebido y estructurado por los eruditos romanos). Dante el poeta se expresa en florentino, su amada lengua materna; pero como pensador nutrido de la cultura latina y de la teología escolástica (además de político que anhela el retorno de un Imperio tradicional y supranacional, cf. monarquía y el cuarto tratado de Convivio) escribe naturalmente en el lenguaje de la filosofía, de la política, de la Iglesia y del derecho internacional: por eso el DVE., apólogo de la lengua vernácula dedicada a la búsqueda de una lengua "ilustre" en la estela del latín, está escrito en dicho latín. 

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Demostrando las destacadas nociones de lingüística comparada de su autor, el DVE expone cómo las diversas lenguas nacidas y desarrolladas a partir de la confusión babélica se habrían multiplicado internamente, primero siguiendo una amplia difusión en varias zonas del mundo (conocidas, que en su momento coincidían sustancialmente con el Viejo Continente y el norte de África) y luego concentrándose en una zona aproximada de Europa occidental que hoy podría definirse como románica, distinguiéndose en idioma deoc, Deaceite y , entre los que se advierte claramente un cierto grado de parentesco. Y es en este punto, analizando la idea de un evidente vínculo genético más o menos lejano entre varias de las denominadas lenguas histórico-naturales (hecho ya intuido y abordado por los autores de la Génesis), al que Dante se acerca notablemente teorías de la lingüística histórica moderna y en particular al concepto de diferenciación en grupos lingüísticos pertenecientes a las mismas familias, provenientes a su vez de aquellos conjuntos que representan el mayor grado de parentesco lingüístico, los denominados superfamilias.

A principios del siglo XX, los lingüistas Alfredo Trombetti y Holger Pedersen plantearon la hipótesis de la existencia de una superfamilia lingüística muy antigua, llamada "nostratico", de la que derivarían después familias lingüísticas muy distantes entre sí como la indoeuropea, la afroasiática y la altaica (y según algunos, como Joseph Greenberg, muchas lenguas de la vasta familia amerindia también tienen su origen en el ourático). Según estas teorías, nuestras propias lenguas se habrían hablado en una amplia zona del continente euroasiático en una era entre 15000 y 12000 aC, hacia el final de la última glaciación de Würm. Las reconstrucciones de la lingüística histórica señalan este período del Paleolítico inferior como el momento "babélico" en el que una o más comunidades de hablantes compartían lenguas morfológicamente muy próximas, diferenciadas en niveles muy profundos a lo largo de los varios milenios siguientes (y modelos relacionados de difusión). 

Dominic Di Michelino, Dante, Catedral de Florencia

Entrando en las cuestiones babélicas y adámicas, y de hecho incluso antes de enfrentarse a problemas considerables en la filosofía del lenguaje, el De la elocuencia vulgar enfatiza (aristotélico) que la habilidad de hablar es una habilidad humana característica (DVE., I, II, 2), entendida como la capacidad de expresar pensamientos y conceptos de la mente mediante la pronunciación de palabras. A forma de comunicación quindi diferente a la de los animales, demonios y ángeles, argumenta Dante; y también él sostiene claramente, apelando a la tradición exegética dominante, que Adán habría hablado en hebreo. Una vez creado, el hombre sólo podía expresarse con la palabra El"vel por modum interrogationis vel por modum responsionis"(DVE., I, IV, 4), porque así como después del pecado original todo hombre nace llorando de dolor, el Protoplasto sólo podía manifestar su alegría, y la alegría más alta está en Dios, a quien se volvió llamándolo por su nombre.

Ese nombre que Dante, que no parece saber hebreo, obviamente lo habría tomado de los Evangelios (lo tenemos de hecho "Eli lamma sabactani"En Mateo XXVII, 46 y "Eloi lamma sabactani"En Marco XV, 34) así como, con toda probabilidad, por Etimologías de Isidoro (VII, 1), que escribe, basándose enautoridad por Girolamo: «Primum apud haebreos dei nomen El dicitur, secundum nomen Eloi est". Pero un poco más adelante, en DVE I, VI, 4, el Vate ahonda en la cuestión: indica con la expresión «forma de locución»Esa tipología del lenguaje que había sido creado por Dios junto con la primera alma humana. Que forma de locución original es, pues, lo que hoy se definiría como gramática universal: aquellas reglas subyacentes e indispensables para la formación de todo lenguaje histórico-natural.

temas como el gramática universal y los universales lingüísticos estaban familiarizados con la filosofía del lenguaje dentro de la Escolástica, y eruditos como el gran franciscano inglés se ocuparon de ella. Roger Bacon y Boecio de Dacia. Boecio de Dacia, quien habría representado una fuente importante para las reflexiones lingüísticas que Dante expone en de vulgari, fue un monje danés autor del tratado De Modis y una figura destacada del llamado averrosimo latino (o aristotelismo radical, rama de la tradición aristotélica medieval más fiel al estudio literal de las obras del Estagirita y por tanto difícilmente reconciliable con la doctrina cristiana), que junto al célebre Sigieri de Brabante, el averroísta por definición, fue condenado por herejía por el obispo de París en 1277.

Precisamente la figura de Sigieri, de hecho su "luz eterna / que, leyendo en el callejón de los strami / silogizó a los verdaderos envidiosos"(Paradiso, X, 136-138) nos conecta idealmente con el tercer cántico del Comedia. En una elección autoral entre las más discutidas dentro de la crítica al pensamiento de Dante, Alighieri sitúa la figura del monje y erudito en el cuarto cielo (y definitivamente en buena compañía: el Rey Salomón, Sant'Agostino, Sant'Alberto, San Tommaso, San Bonaventura, Isidoro de Sevilla, Riccardo y Ugo da San Vittore, Pietro Lombardo...), asiento del sol y espíritus sabios, en el que el juicio divino permite concordia opuesta de personalidades cristianas muy distantes entre sí (por ejemplo, el revolucionario franciscano Joaquín de Fiore, Sigieri de Brabante y los nombres mencionados anteriormente).

Il Paradiso es escrito por Dante unos años después De la elocuencia vulgar, del que, en el célebre canto XXVI, retoma algunos motivos de actualidad. Al llevar a cabo esta operación literaria y meta-literaria, el Poeta lleva a cabo, sin embargo, una retractación de no poca importancia. Durante el gran viaje, Dante llegó aoctavo cielo, la sede de las Estrellas Fijas a la que se asignan los Espíritus Triunfantes. Después del severo examen sobre las tres Virtudes Teológicas a las que es sometido por San Pedro, Santiago y San Juan, he aquí la conversación con el «alma primero», a lo que Dante responde cuatro preguntas que Adán ya ha previsto (gracias a la milagrosa "Interconexión" entre las diversas mentes, humana y angelical, que en las alturas superiores del Paraíso son permitidas por el Poder divino). Estas cuestiones se refieren a la esencia misma de Dios como Bien Supremo, a la concordancia entre razón y autoridad, a la Creación como acto de amor y, por supuesto, a la lenguaje edénico, "el lenguaje que utilicé y que me fei», en sus palabras citadas en el versículo 114.

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Además de leer en este verso una afirmación que recuerda las teorías de Abulafia y sus discípulos (la primera lengua de Adán creada por Dios con el hombre mismo, y se utiliza únicamente en la comunicación entre ellos; el segundo idioma como ideación lingüística natural de Adán y compartido por la humanidad posterior), el alma del primer hombre testimonia que aquella única lengua primordial

se extinguió por completo / antes del atraso inconsumible / estuvo atenta la gente de NembròtComo Dante le hace cantar en los versos 124-126. Y más adelante: "Antes de bajar a la embajada infernal / I la suma buena fue apelada a la tierra / de donde viene la alegría que me envuelve; / Y El se llamó entonces, y esto es convenido/ que el uso de los mortales es como rama/ En rama que sale y otras venas. (vv. 133-138).

Y así es como Dante rectifica su propia declaración emitida en de vulgari: la mutabilidad de los lenguajes humanos habría afectado también al antiquísimo y primordial lenguaje del hombre, con el que Adán se dirigía a su Creador llamándolo por su nombre de pila, “Yo”. Ningún comentarista de la Comedia ha explicado nunca de manera convincente esta idea original de Dante, quien sabía de forma célebre sobre la polisemia de los textos (piensen en Convivio II, 1 en el que encontramos la exposición de los cuatro sentidos del texto literario y del texto sagrado, es decir literal, alegórico, moral, anagógico). La deducción de que la letra indica por definición la idea de unicidad absoluta sería clara, y además estaría ligada a las ideas cabalísticas de Abulafia: el erudito enfatizó cómo los elementos atómicos del texto sagrado, es decir las letras, se tienen significado, valor y poder de por sí, al punto que cada letra del nombre divino ya es en sí mismo un nombre divino. Por lo tanto, tal sería el único Yod, la primera semiconsonante que abre la tetragrámaton; transliterando el Yod cómo I habría, por tanto, una posible fuente del "giro" de Dante en el análisis de la cuestión, desde De Vulgari Elquentia hasta la Comedia

Además de esto, en el monólogo de Adán encontramos por lo tanto: el lenguaje primitivo extinto antes de Babel, en el que tal vez se pueda leer un renacimiento de las teorías histórico-lingüísticas y mágico-lingüísticas de Dante sobre Abulafia; el lenguaje verbal como atributo y disposición natural del ser humano ("Opera natural es que el hombre habla / pero así o así la naturaleza se va / pues te lo hace según lo que le gusta», 130-132), como ya se reitera en De la elocuencia vulgar y en Convivio (II, 8); y la reflexión sobre el cambio temporal y espontáneo de los lenguajes naturales que se desarrollan y cambian por iniciativa humana. De suma importancia es la forma en que, en la narración, el autor alcanza el conocimiento efectivo y directo de la verdad sobre el lenguaje adámico (así como el primer nombre de Dios), que está en el centro del canto: Dante aborda la cuestión dialogando con Adán en el cielo de las Estrellas Fijas, y allá arriba llegó el Poeta durante el viaje al que fue llamado hacer gracias dei. Dante, como católico medieval inmerso en la Escolástica (y por tanto también en el platonismo) afirma así que el hombre puede llegar a la Verdad sólo por inspiración divina y no por la capacidad puramente humana de especulación racional.

Es por tanto verdaderamente notable y fascinante cómo Dante, en la ficción poética (de una obra que marca una cumbre insuperable de la literatura universal), se arroga el privilegio de resolver definitivamente, en conversación en primera persona con el único interesado que puede esclarecer el pregunta a saber, Adán, uno de los mayores misterios de la historia humana: la del lenguaje que originó todos los lenguajes humanos, del palabra antes de cada palabra.

William Blake, Dante

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