La Segunda Mitad de la Era del Paraíso: Algunos Conceptos Preliminares

En esta nueva cita del ciclo "Manvantara" pasamos a analizar el paso entre el primer Gran Año y el segundo y, en consecuencia, la 'caída' en forma y tiempo y la separación de los dos principios masculino (Adán) y femenino ( Eva).


di michele ruzzai
publicado originalmente en Mente hereje
portada: William Blake, "Adán y Eva"

Volvamos ahora a analizar con más precisión la Edad del Paraíso (situada entre hace 65.000 y 39.000 años) desde el punto donde la dejamos, o desde el artículo El Demiurgo y la posibilidad positiva: dar forma, que terminó con el final del Primer Gran Año de nuestro Manvantara, hace aproximadamente 52.000 años. Si René Guénon recuerda cómo cada ciclo, a su vez, puede estar sujeto a más subdivisiones, ante todo el que está entre las dos mitades, más aún esto se aplica al Satya Yuga que se compone de exactamente dos "Grandes Años" (medios períodos precesionales de aproximadamente 13.000 años cada uno).

El primero de estos dos, recordemos, se caracterizó por la manifestación de una forma "más que humana" cuya corporeidad aún no había sido consolidada y por tanto no detectable por ningún tipo de hallazgo y emblemática en el Mito por figuras como el Andrógino platónico, la primera raza inmortal de Hesíodo, la informe humanidad prometeica, el Adán bíblico aún indiviso, el enigmático Dios Jano, la supercasta original Hamsa, real y dorada, conectada al elemento Éter: todos unidos por los rasgos de una primordialidad absoluta. Pero de esta situación auroral, prototípica y unitaria llegaremos, con la Segundo Gran Año (hace aproximadamente 52.000 a 39.000 años), a la dualidad masculino-femenino, un pasaje crucial que, como veremos, involucrará hechos bastante complejos y en mi opinión interpretables desde diferentes interpretaciones.

Podemos empezar con algunos consideraciones macrocósmicas, mientras que a continuación veremos algunos puntos más puramente metodológicos. En primer lugar, como hecho general, se constató que la El final de cada Gran Año y el comienzo contextual del próximo siempre está marcado por un violento cataclismo., hecho traumático que por tanto, para el Satya (o Krita) Yuga, debió tener lugar en su mitad, hace precisamente unos 52.000 años; este momento tuvo que implicar cambios importantes y repentinos en la estructura boreal, probablemente confirmados también por algunas muestras de núcleos de hielo del Ártico que mostrarían fuertes cambios climáticos que tuvieron lugar en un período muy corto, quizás solo 3-5 años.

Además, también de consideraciones relacionadas con la "Ciclo avataric" de Vishnu (que divide el Manvantara total en diez partes de 6.500 años, cada una de las cuales se refiere a un nuevo "descenso" del Principio para el restablecimiento de la Ley divina) el mismo evento está relacionado con el paso del segundo Avatara (Kurma - el Tartaruga), al tercero (Varahi - el Jabalí), a un nuevo asiento boreal establecido luego de un cambio del Polo hacia un área del noreste de Eurasia (el ¿Ya se encontró con Beringia? ) y, como hipotetizó Gaston Géorgel, a una primera oleada migratoria procedente del Ártico de una parte de esa Humanidad que acababa de llegar a hacerse corpórea. Para Guénon, Varahi - "Tierra del jabalí" - era la sede, "paradisíaca" e hiperbórea, del centro espiritual primordial de este Manvantara, de marcadas características solares y, como se ha señalado, conectado a Saturno (que toma el relevo a Jano): sin embargo, la combinación de esta tierra no es el primero sino el tercero Avatara de Vishnu, debería situar a Varahi más correctamente no en la fase auroral e indistinta, verdaderamente inicial, de nuestro ciclo humano, sino precisamente en el Segundo Gran Año.

De la forma "sobrehumana" e incorpórea del Primer Gran Año (ver RUZZAI: El polaco, la incorporación, el andrógino), luego pasó, según los caminos que veremos más adelante, a un tipo humano similar al de hoy, que ya a partir de unos 50-52.000 empieza a estar bien documentado en diferentes zonas del planeta, tanto en forma de hallazgos óseos como en cuanto a artefactos líticos; en consecuencia, es evidente que las características climáticas de este edén norteño debían ser aptas para el asentamiento antrópico según los cánones biológicos vigentes. Que yo sepa no hay elementos suficientes para sustentar, contrariamente a otras zonas de altas latitudes, la hipótesis de la desglacialización del punto polar específico, también por el hecho de que es muy controvertido si esta, a lo largo del tiempo, ha sufrido desplazamientos en relación con la corteza terrestre; Dejando así por sentado el enfoque científico actual, a saber, el de su glacialización total, se sigue que la posición de la "cuna", aunque situada en una latitud alta, que acogió la primera forma humana en todo similar a la nuestra, tenía que ser necesariamente excéntrica. o circumpolar.

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Una representación del Jardín del Edén por Athanasius Kircher, 1675.

En mi opinión, sin embargo, la cuestión está abierta: admitiendo, esto es, una perfecta "polaridad" -ontológica, existencial y, en consecuencia, también geográfica- del Andrógino durante el Primer Gran Año sin que ello implique una contradicción bajo el aspecto de las, probablemente adversas, condiciones geoclimáticas (dada la total ineficacia de éstas sobre un Ser aún no corporeizado), hay que decir también que, en la literatura tradicional, existen algunas referencias que también parecerían refrendar la idea de un "centrado" imperfecto de la tierra hiperbórea con respecto al eje de la tierra (del cual el Árbol de la Vida es claramente el símbolo), lo que constituye un dato, por tanto, compatible con una fase humana ya materializada e inmediatamente posterior a la incorpórea.

De hecho, se ha señalado, en una interpretación cuidadosa de las palabras de la Biblia, como el jardín primordial colocado en la parte oriental de la región más amplia llamada "Edén" - y que se describe como una inmensa y árida estepa - es, por tanto, una subzona dentro de un área mucho más grande y un tanto inhóspita (¿la vasta tundra ártica? ¿El margen glaciar?). Es más, según el mito babilónico, los árboles de la vida y del conocimiento no estaban precisamente situados en el centro de la tierra primigenia, sino colocado en su umbral oriental, desde donde sale el sol; y también en el mismo texto bíblico la indicación “nel mezzo"Del Edén, en cuanto a la posición de los árboles mismos, según algunos estudiosos representaría una cita imprecisa, mejor traducida con una más genérica"in.

Si pasamos de los aspectos geográficos a los ligados a la temporalidad, la mención de Platón en Políticodonde describe una condición del cosmos, gobernada por Kronos, cuyo flujo era tan lento que parecía casi inmóvil, una condición que, además, puede ser análoga a la percepción del tiempo "siempre igual a sí mismo" que Herman Wirth también plantea como hipótesis para el sitio ártico primordial. En mi opinión, una posible interpretación de este pasaje platónico es que la extrema "lentitud" que se siente en el Segundo Gran Año podría corresponder al primer inicio del fenómeno de precesión, surgida quizás precisamente a causa de las convulsiones geoclimáticas que se produjeron en sus inicios y de las que el advenimiento de Kronos representaría la simbolización [cf. MACULOTTI: Apolo/Kronos en el exilio: Ogigia, el Dragón, la "caída"].

Debemos aclarar de inmediato que, en rigor, no podemos hablar de la conocida "precesión de los equinoccios" en sentido estricto ya que, dada la coincidencia entre el ecuador terrestre y el plano de la eclíptica, aún no existía el ritmo estacional, y en este sentido, las insinuaciones de Guénonians y Evolians están respaldadas por varios datos tradicionales, por ejemplo, transmitidos de los Puranas hindúes, del Ovidio latino, pero también confirmados por hallazgos de plantas antiguas que no mostrarían ninguna estasis invernal. Todo esto, sin embargo, no elimina la posibilidad de que el lentísimo movimiento cónico del eje alrededor de sí mismo (cuyo ciclo completo es de casi 26.000 años, el doble de un "Gran Año") haya comenzado incluso antes de que se produzca su inclinación con respecto al plano de la eclíptica; esto quizás pueda ser confirmado por la conexión, destacada por algún autor, entre varios símbolos atribuibles al fenómeno de la precesión y la tortuga Kurma, el segundo avatara de Vishnu, cuyo "descenso" se encuentra bien dentro del Satya Yuga y por lo tanto antes de la "Caída". del Hombre" (y del eje).

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Además, el pasaje de 52.000 años de antigüedad tal vez se refiera a discontinuidad espiritual, también nos lo recuerda Julius Evola, intervino entre una primera fase polar, puramente uránica, inmutable y sideral, como es la luz de las estrellas fijas, y una fase posterior, en la que el lugar del Cielo lo ocupa ahora el Sol [cfr. UNA CAJA: Simbolismo estelar y simbolismo solar.]: nuestra estrella es siempre fuente de luz, pero ésta ya no se capta sólo en sí misma, sino en relación a un reflejo inferior manifestado de ella. Me parece una imagen que, a nivel cosmológico, bien puede simbolizar la polarización masculino-femenino, esta última tradicionalmente asociada a la Luna que, de hecho, en relación con el Sol, es un cuerpo "inferior" en la jerarquía cósmica. (y además refleja la luz).

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“Gli Amanti”, mi número 6 de la baraja del tarot.

La separación masculino-femenino es, por tanto, el punto fundamental en torno al cual se cruzarán los acontecimientos del Segundo Gran Año.: es a la vez causa y efecto del advenimiento de cierto tipo de conciencia (analogada al monte Olimpo), que en el anterior estado andrógino lo abarcaba todo, mientras que ahora se polariza en la condición dual establecida entre el sujeto observador y el observado objeto. La misma dualidad en la que el Zohar indica que la historia de la Humanidad tuvo sus inicios, o mejor dicho, cuando Dios le quitó una costilla a Adán. Según otra analogía a nivel cosmológico, el paso de la unidad andrógina a la dualidad masculino-femenino puede ser consistente con pasar de una posición perfectamente central, siempre iluminada y con el Sol girando, sin ponerse nunca, 360 grados a lo largo de todo el horizonte, a uno sujeto a la alternancia día-noche, propio de un sitio que, aunque todavía en latitudes altas, ya no corresponde precisamente al Polo Norte.

Sin embargo, a pesar de su formulación aparentemente simple, veremos que el evento de separación hombre-mujer implicará una serie de implicaciones bastante complejas, en mi opinión estrechamente conectadas con el hecho de que, como acertadamente señaló Julius Evola, los símbolos tradicionales son inherentemente polivalentes y por lo tanto sujeto a una pluralidad de posibles interpretaciones. Esta es la premisa necesaria para el análisis de los puntos metodológicos que ahora veremos; inherente a toda la discusión que, también para los próximos artículos, se referirá al Segundo Gran Año, será aplicable en todos los niveles y siempre se tendrá en cuenta para poder interpretar los diversos conceptos que iremos encontrando gradualmente en el perspectiva correcta. En concreto, en mi opinión, hay básicamente cuatro temas generales que primero hay que destacar.

La primera, ya parcialmente tocada anteriormente, es la relativa a la multiplicación de sentido de una misma denominación (por ejemplo “Adán”), o también a la pluralización, con varios nombres, de una misma figura; todo esto, sin embargo, luego aplicado en diferentes niveles. Por ejemplo, recordemos cómo en los mitos gnósticos se mencionan tres "Adánes" -el Adán "pneumático", el Adán "psíquico" y el Adán "terrestre"-, donde el primero podría quizás corresponder a la imagen andrógina directa, el segundo a la parte "sutil" de la manifestación "formal" (o "individual"), y la tercera al hombre ya completamente fisicalizado.

En probable analogía con la tripartición gnóstica, también en la tradición judía existen, como nos recuerda Guénon, tres aspectos diferentes del hombre, definidos como "Adán "," Aish "y" Enós ": aquí quizás Adán podría ser considerado como el Hombre Universal y el eje vertical que conecta todos los centros de todos los diferentes grados de existencia, mientras que los otros dos - por los cuales, a diferencia de Adán, podemos hablar más propiamente de aspectos puramente "humanos" y que, desde un punto de vista "geométrico", se sitúan ambos en el plano horizontal - corresponden respectivamente al hombre "intelectual" y al hombre "corpóreo".

La tradición judía también menciona tres diferentes novias de Adán (En particular, Naamah, Hawwa y Lilith), tal vez en alguna relación con la subdivisión ternaria del varón antes mencionada, donde se podría hipotetizar que una novia correspondería a lo que en la tradición hindú es Prakriti en relación con Purusha (por lo tanto con la pareja Prakriti-Purusha en analogía con el Hombre Universal), otra novia podría ser análoga al todo psicofísico (de hecho, la manifestación formal o individual) en relación al varón visto como un universal y a-formal. elemento pero sin embargo ya manifestado del Principio, mientras que finalmente la última novia podría ser el lado corpóreo en relación al hombre visto ahora como un elemento sutil, interpretado en su aspecto esencial.

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Sir Lawrence Alma-Tadema, "Pandora", 1881.

De paso, también notamos cómo en el mito griego la mujer primordial humano aparece en su lugar como una sola figura, Pandora, quien como "primera" mujer se acercó simultáneamente tanto a Lilith (primera compañera de Adán) como a Eva, mientras que para Adán se proponía en cambio una analogía con la entidad, escindida, constituida por los hermanos Prometeo / Epimeteo. Para finalizar con este primer punto, recordemos finalmente que la polarización masculino-femenino ha sido abordada, en el contexto hindú, a ennuclearsi, a partir de la supercasta primordial Hamsa, del dos castas sucesivas Brahmana / Kshatriya; en la perspectiva actual de la pluralización de significados, la analogía específica propuesta, para este evento, con la polarización de gunas Sattva / Rajas, a mi juicio podría situarlo en el nivel de Adán entendido en su sentido más elevado -el "pneumático", según la visión gnóstica- aunque cabe desde luego la posibilidad de interpretar, como veremos, la polarización del castas también en un debajo.

Un segundo punto que he notado constantemente, y que podría ser consecuencia de la pluralización semántica y de niveles descrita anteriormente, fue el de una frecuente intercambiabilidad de significado entre los conceptos de "masculino" y "femenino", que por lo tanto muy a menudo toman un valor que no es absoluto, sino completamente relativo. Partiendo de arriba para llegar a la corporeidad, podemos decir que ya para el término "Espíritu" Evola notó cómo ésta presentaba a menudo rasgos poco definidos, ya que en el cristianismo no parece femenino cuando se asoma a las aguas (Antiguo Testamento) o cuando fecunda a la Virgen, mientras que en hebreo y arameo, entendida como "Rúach", tiene género femenino; también en la palabra griega para Espíritu hay correspondencia con el Prana Hindú en el sentido de fuerza vital, que por lo tanto sería más inmediato connotar aquí también en el sentido femenino.

A nivel del alma (en este caso, probablemente en conexión con el citado Adán psíquico, también en base a lo que, por ejemplo, afirma Pablo según el cual Adam es "psique viviente") Guénon señaló significativamente, en términos generales, cómo esta esfera puede asumir, según el punto de vista desde el que se considere, los atributos de la esencia o los de la sustancia, lo que le da una apariencia de doble naturaleza; y, por intentar una analogía, recordemos que por ejemplo en los mitos gnósticos se llama al Adán psíquico, sí mismo, también Eva o Afrodita.

También en la interpretación de algunos aspectos de la tradición hindú podemos encontrar casos de tal intercambiabilidad masculino/femenino: por ejemplo, en el mito de las dos entidades anímicas simbolizadas por los dos pájaros en el árbol, o Jivatma, pasiva y ligada al cuerpo, ed. Atma, activos y desapegados, según Michel Vâlsan ambos son - por lo tanto también Jivatma - masculinos, mientras que en otros autores, como Jakob Böhme (que enfatiza la virilidad del fuego y la feminidad del agua) esto parece ser considerado, directa o indirectamente , del sexo femenino como acuoso-lunar. Pero la ocurrencia de tal intercambiabilidad masculino/femenino parece ser aplicable incluso en el nivel material más bajo si, por ejemplo, es cierto que Enosh, el hombre "corpóreo" mencionado anteriormente en la tradición judía, está asociado de manera muy significativa con la "Vida", aspecto que normalmente flanquea a Eva (que es "la Viviente")..

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Un tercer punto que me pareció representar una constante significativa a la luz de la cual interpretar aspectos importantes de los hechos que vamos a ver, fue el relativo a una "doble modalidad" de despliegue de lo femenino. A este respecto, Julius Evola nos recuerda en efecto que la fuerza mercurial femenina que subyace a las leyes del mundo sublunar de los cambios y del devenir es un principio de identificación e identificación que, desprendido del centro y abandonado a sí mismo, sería un impulso ciego. .caerse; también señala cómo la primera fase del evento se caracteriza por la liberación incontrolada del poder femenino despierto -fase descendente o promanativa- momento que avanzará hasta un límite marcado por un punto de equilibrio.

En consecuencia, publique que el elemento mercurial mencionado por Evola está relacionado con el concepto de expansión y en general con la guna Rajas, mi interpretación es que la fase promanativa puede corresponder, en base a algunos elementos que luego tendremos oportunidad de exponer, a la figura del primer compañero de Adán, Lilith; por otro lado, la fase en la que la hembra aparece más estable y "anclada" al principio masculino, podría compararse con Eva. En mi opinión, esta "duplicidad" femenina podría presentar una cierta relación parcial, incluso con la insinuación de Filón de Alejandría, quien definía como "masculino" el reino completamente desprovisto de diferenciación sexual (Nous, Logos, Dios mismo), mientras que como "femenino" el reino material subyacente que, sin embargo - fíjate - en turno, lleva en sí la polaridad masculino-femenino; conceptos, estos últimos, que por tanto conviene relativizar, como ya se ha indicado en el punto anterior.

Ma la duplicidad femenina quizás encuentre una analogía aún más estrecha con la planteada por la figura demiúrgica, ya mencionado anteriormente [cf. RUZZAI: El demiurgo y la posibilidad negativa: la caída & El Demiurgo y la posibilidad positiva: dar forma] y, como veremos, puede enmarcarse en varios niveles. El mismo Jakob Böhme toca el tema, destacando significativamente la ambivalencia de la serpiente, que puede ser vista tanto como una virgen celestial pero también como un símbolo de la feminidad maligna; Serpiente que, por otra parte, Guénon recuerda como uno de los símbolos más conocidos del alma o nivel intermedio, de la que los franceses destacan acertadamente el carácter "dual" y los aspectos a la vez esenciales y sustanciales (por lo que podríamos decir, como se relata en el punto arriba, "relativamente ”masculino y femenino o, usando otras imágenes, como un símbolo junto de la luz y la oscuridad, o finalmente como un elemento separador pero al mismo tiempo también una conexión entre el Espíritu y la Materia).

Y bueno el mito iraní tal vez lleva un rastro similar, si se dice que el hombre primordial Gayomart tenía dos reinas opuestas como esposas, una "blanca" y otra "negra". En última instancia, en mi opinión, esta doble dinámica puede en teoría aplicarse a lo femenino en todos los niveles y en cada situación que se considere, sin embargo, teniendo en cuenta cómo los aspectos esquemáticamente definibles - en términos generales - como "Eva" o "Lilith "en un nivel dado, no necesariamente tienen que coincidir con los de otra entidad femenina inherente en un plano diferente.

Finalmente, un cuarto y último punto de complejidad se refiere il relación que se establece entre masculino y femenino, en el sentido de que esto me pareció declinado de dos maneras que no son del todo coincidentes. Una perspectiva es lo que podría definir convencionalmente "Vertical / principal", en el que el varón parece situarse en un plano ontológico superior al de la mujer, acentuando así la relación de dependencia de esta última hacia él; la otra perspectiva, definible "Horizontal / correlativo", es aquella en la que el macho parece situarse casi al mismo nivel que la hembra, haciéndose "complementario", pero también representando, en el nivel más bajo, el principio anterior común a ambos. La visión vertical/principal es la que, por ejemplo, parece emerger cuando se destaca que la mujer fue hecha a imagen del hombre exactamente como el hombre fue hecho a imagen de Dios; en cambio, en cambio, parece proponerse una perspectiva más correlativa cuando, por ejemplo, se hace corresponder al Sol y a la Luna respectivamente al masculino y al femenino, representados en una modalidad que parecería "igual", aunque en sus respectivas diferencias funcionales.

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"Triángulo iniciático" concebido por Michel Vâlsan.

Paradójicamente, una sola imagen tal vez pueda ilustrar aún más ambas perspectivas, a saber, la de "Triángulo iniciático", mencionado por Guénon, con las diferentes funciones conectadas a sus componentes geométricos: el Brahmatma, que representa su vértice, el En el extranjero su base y el Mahatma el espacio intermedio, cuya vitalidad cósmica y Ánima Mundi de los herméticos. Al Brahatma pertenece la plenitud de los dos poderes sacerdotales y reales al estado indiferenciado, que luego se distinguen en Mahatma (correspondiente al poder sacerdotal y la casta de los brahmanes) y en Mahanga (correspondiente al poder real y la casta de los brahmanes) los kshatriyas).

Si nos detenemos en el Mahatma (casta Brahmana), en la vista vertical sabemos que el reino psíquico es de alguna manera "principal", y por lo tanto "relativamente" masculino, con respecto al nivel corporal subyacente pertinente a la casta Mahanga y Kshatriya; por otro lado, sin embargo, no debe olvidarse que 'SÁnima Mundi, en términos herméticos/alquímicos, se le compara siempre con el principio mercurial, que notoriamente puede adquirir una doble caracterización, es decir acuoso-femenino si está en movimiento y bajo el signo de la Luna, o ignificado y masculino si está fijo y bajo el signo del sol, elementos que por lo tanto aparecen geométricamente ambos en el mismo nivel, el intermedio. Por último, recuerda que Evola también informa el "doble signo" de mercurio, entendido como Ruach o "aliento", y también cuántas veces esto también se representa en forma de árbol, que, en varias sagas europeas, a menudo se divide - por lo tanto, parecería "horizontalmente" - en un árbol del Sol, oriental y masculino, y en un árbol de la Luna, occidental y femenina.

Para concluir, hemos visto pues cómo los cuatro temas presentados pueden parecer bastante controvertidos y llegar a introducir elementos que parecerían contradictorios; Sin embargo, creo que estos puntos de contraste son básicamente aparentes y que más bien deberían elaborarse de acuerdo con un enfoque que intente integrarlos en un marco global único. Un intento que, en lo que respecta a los acontecimientos del Segundo Gran Año, comenzaremos a abordar de manera más específica con el próximo artículo, teniendo siempre en cuenta los aspectos generales aquí mencionados.


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  • Valerio Tomassini - Cuadripartición y exapartición de castas - en: Arthos, n. 12 (nueva serie) - Año 2004
  • Luca Valentini - Eros y la destrucción de la díada - en: Vie della Tradizione, n. 148 - Enero / Abril 2008
  • Michel Valsan - Sufismo y hesicasmo. Esoterismo islámico y esoterismo cristiano - Ediciones Mediterráneo - 2000
  • LMA VIOLA - Religio Aeterna, vol. 2. Eternidad, ciclos cósmicos, escatología universal - Victrix - 2004
  • LMA VIOLA - Tempus sacro - Victrix - 2003
  • Jean Marc Vivenza - Diccionario Guenonian - Ediciones Arkeios - 2007
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